lunes, 18 de febrero de 2013

El burro


Uno
¡Diferente,  diferente, todo le parece diferente, las calles, la plaza, la gente… hasta el sol que le reverbera, a  la salida de la Maternidad, le  parece que le brinda un brillo especial!   Lleva en brazos su primer hijo  mientras su mujer  llama un taxi..
Dos
¡Bienaventurados  los que nada tienen porque de ellos será el Reino de los Cielos!, dice el Pastor,  en su altavoz, de una iglesia pequeña –protestante- de  la ingente cantidad que hay en Lima, sobre todo, en los Pueblos Jóvenes.
Yo, metido mis manos en mis bolsillos, hago rechinar dos monedas  y pido, lacónicamente: “con tal que me toque una parcelita…”
Tres
A los sesenta cuando se recibe, generalmente, los honores, agasajos, de lo que uno forjó en vida, es triste saber, que aquellos que no hicieron nada  notable no tiene qué celebrar  y, menos, que  se acuerden de él
 ¡Ni los hijos! Estos, esperan  siga soleándose  en el parque- aunque el sol hace rato se ha ido- y su presencia no moleste en casa.  
Entonces, el sesentón espera con prontitud el arcano.
Cuatro
Hay muchachas de quince que se ríen de cualquier cosa, hasta de la brisa que hace despeinar a su compañera Se destornillan hasta las lágrimas, muchas veces, sin  justificación debida Lo peor, ríen cuando estamos presentes Pienso que la risa de las niñas es la Burlona Vida que , a su través, se ríen de nosotros.
Cinco
Cuando era niño me decían en el catecismo: una de las obligaciones de un adulto era visitar a lo enfermos Pero no me dijeron que un enfermo tenía que  visitar a otro enfermo Y ,éste, se atrevía   invitarme su comida porque ¡tenía-yo- una caraaa!
 Tengo esa cara (no la puedo cambiar) por ser  hombre  fatalista  entregado - diría gozosamente al sufrimiento-
Cierta vez,  acompañaba a mi padre a una eco-grafía  y el laboratorito preguntó, mirándonos a los dos, quién era el paciente.
Seis
El burro, ómnibus de la universidad de San Marcos atestado de jóvenes desciende por la ensenada- única  pista  asfaltada del barrio pobre de Collique- con dirección a la universidad Así es, todas las mañanas a esa hora casi exacta, seis y media de la mañana.
Julián, un niño de once años, ha ido a comprar el pan, todos los días ve al burro atiborrado con sus vecino mayores, entonces, agitando su bolsa de pan , esa mañana ,  regresa estimulado a su casa proyectando  grande  ser igual que sus vecinos:  seguir la universidad y ya se ve con sus cuadernos viajando en el burro.
Una imagen pragmática tiene más legado que miles de palabras.

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