martes, 10 de julio de 2012

Cáncer al cuello uterino : un caso

Aquél sábado por la mañana la guadaña estaba alerta
Mi sobrino salió a trabajar en su station amarillo
A pocas cuadras regresó a su casa
El dolor en el vientre le acentuaba
¡Carajo! , espetó, tengo que trabajar  Mi mujer está en el hospital
Fue a  la botica tomó un calmante y esperó
Descansó un rato y salió a visitar a su mujer
En el trayecto le volvió el dolor
Llegó a la maternidad Su mujer no estaba bien
Embarazada de su tercer hijo
aun le faltaba dos meses y medio para el parto
Tenía cáncer al cuello uterino, su vida estaba amenazada
Ella le sonrió, apenas  su marido llegó
Viéndole desmejorado dijo:
"No te preocupes Dios me va salvar. Confío en él"
Volvió a sentir mi sobrino el hincón en el abdomen
Para no preocuparla no le dijo nada,
le compró las medicinas  y se despidió
Afuera, en la calle,  el dolor era insoportable
Determinó:
"Ya que estoy cerca al 2 de mayo me voy a ese hospital"
Ingresó por emergencia para hacerse ver
- ¡Joven, usted se va quedar en observación !
le dijo el galeno después de examinarle
- Doctor, yo soy taxista ¡tengo que volver a trabajar!
- Usted se queda Si se va es su responsabilidad Peligra su vida
Se quedó. Llamó a su papá a quién dijeron que tenía apendicitis
y tenía que pasar por cirugía
El domingo en la mañana le operaron El lunes le dieron el alta
Su papá le sugirió que vaya a  su casa por unos días
Mi sobrino sopeso:
Sus dos pequeños hijos estaban con su cuñada
Que ella viera por él era demasiada carga Aceptó ir con su padre
El martes le llamó su suegro Su mujer se había puesto mal
Fue, a pesar que le prohibieron movilizarse
Los doctores hacían lo imposible por salvar  la criatura
Por una vecina del cuarto se enteró
que le enferma antes de perder el conocimiento dijo:
"No es posible que ahora, enferma, me dejara"
Esto le afligió mucho
Se quedó toda la noche esperando en la puerta de cirugía
El tenía inflamado la herida de la costura
Por una cesárea lograron salvar a la criatura
pero con la madre nada se podía hacer
Le aceptaron entrar al quirófano para que se despidiera
- Mamita aquí estoy, le dijo, no me he ido
Pero ella no podía oirla - ¿o tal ves sí?- estaba agonizando
"¡Maldita sea!, dijo, te embaracé sabiendo que estabas malita
¡yo tengo la culpa! Te aminoré la fuerza que necesitabas
¡Yo tengo la culpa! repetía
Las enfermeras trataban sacarle de la sala
so pretexto verle su propia herida
Y, él, descontrolado, cuando le dieron la noticia de la muerte
se golpeaba el vientre, su herida
¡No quiero vivir! ¡no quiero vivir! decía
¡Me quiero ir con mi mujer!

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