Lugares
El crepúsculo de mi pueblo
La tarde ha llegado al pueblo clavado en los
andes
prendido al ojal, la escarapela de fiestas
patrias
La fiesta de Santiago hace dos días ha terminado
Los amigos de Maco Osías han vuelto a Lima
y éste por no recobrarse de la mona le han dejado
Levantado a media tarde se cura de la resaca
Sentado al poyo, frente a casa de tía Juvencia
Últimos haces languidecen sobre el techo paja,
sobre el pueblo parejo de adobe, sobre la plaza,
sobre la calle empedrada con canaletas al medio
Un tibio color ámbar del sol orla el conjunto
De mejillas tostadas el nieto de tía Juvencia
ovilla una guaraca a su trompo cerca a la puerta
La voz de la tía está llamando a tomar la cena:
Pan de Lima mojado con leche caliente, y máchica,
flancos de cancha tostada y moldecitos de queso
-¡Espera! , responde Marco Osías, aún helado,
¡Este rayo de sol aun no me abriga!
Sus piernas apoya sobre un par de adobes
brazos a sus rodillas, sobre éstos su mentón
Ve, decaído, la calle empedrada y vacía,
desnivelada, como sierpe que sube a la plaza
Las visitas se han ido, el pueblo vese fúnebre,
calle abajo, el pórtico terroso del cementerio
de los que duermen el sueño largo y tranquilo
y toman la brisa de la hoyada y oyen el río
La casa de Juvencia da frente a ese pórtico,
al camposanto, cuyo alero derecho da al tajo
donde se alzan, en fila, eucaliptos fragantes
De a poco vase abrigando, despabilando, Osías
El antepecho del cerro Mirador (1) ora observa:
cerro padre, que en su regazo apresa a su pueblo
Divisa el camino que llega de los alfalfares
baja del sendero de la mesa arrebolada y fértil
qué, atrás del Mirador, se tienden en faldas
Camino de piedra laja, camino canto rodado
piedrones
pircados a cada lado, balaustrada,
cada cierto trecho orlado de flores silvestres
en las junturas retamas y florecillas amarillas
enarbolan , alegran, a los que suben o regresan:
foráneos, pastoras, labradores -alegría contagian-
Precisamente, por ese camino arreando cabras
-animales balan contento volver a sus corrales-
Arrean dos muchachas con sombrero de paja
Mantas labradas les cubre hombros y espalda
engarzada
delante con imperdibles de plata
Los perros del séquito ladran viendo a Osías
(El alma le vuelve al empalme de sus huesos
Se enternece ver a su pueblo vuelto a la rutina
y de a poco empieza a cantar, melancólico:)
Camino que
llegas de cumbre nevada
y recala en collados de verdor, ahora,
igual a este sol que me brilla sin dañar
así, breve ocaso, se fue mi amor sin dar
Cuando pasa el cortejo pregunta a una de ellas
(encendida tez virginal picado a hermosura:)
-¿Qué llevas en tu atado vecina pastorcita?
-He pañado poquito de papita moradita, señor
Y presto
pregunta:-¿Por qué su canto es triste?
Debería ser alegre ya que de la fiesta gozaste
- Un corazón grande a calabaza fracturado,
o, como hueco de caña, tengo, dijo Osías
Y antes que le preguntaran por la causante
Osías alegró a su canto una fuga fascinante
Ay, lucero del atardecer
tú no más sabes este sincero querer
y sólo en tus brazos
me habré de adormilar ...
Las pastoras detenidas en su marcha
se observan y se convienen entre ellas:
ladean sus sombreros, animan acompañar
contágianse al
canto y se ponen a bailar.
___
(1) en el pueblo de mi padre se llama cerro Yarunga
No hay comentarios:
Publicar un comentario