Otra
especie de snob se dedica las letras. Lo
que persigue el snob literario es el lucimiento más que el alumbramiento. Tiene
la obsesión de la forma, preocupándole poco el fondo. Blasonando la jerga de el arte
por el arte, pasa la vida rebuscando corte y colores nuevos, resultando de
esta suerte sastre de lo efímero, cuando debería hacerse escultor de lo eterno.
Los únicos aspectos de la vida que le interesan al snob son los vistosos y
llamativos. Espectador sentado en su torre de marfil o su tallado balcón aristocrático,
mantienése alejado de todo contacto con la vida real y verdadera. Jamás se le
ocurre poner su talento al servicio de una idea o causa noble. y cuando se da
el caso, como a veces sucede, de que un snob de las letras escribe un libro de fondo,
lo hace siempre sobre los temas que están de moda. Al ocuparse de problemas humanos, cuida mucho de no tocar los aspectos
de dichos problemas que estén candentes en su propia tierra. Tratar temas escabrosos podría traerle mucho inconvenientes.
Conozco una gran obra de sociología escrita por un
profesor sudamericano, en que no se trata para nada los tremendos problemas sociológicos
de la patria del autor. Es que a éste le interesaba tan solo la opinión crítica
extranjera y nada el bienestar nacional.
Los
tales carecen de hombridad. Son todos
ellos hombrecillos, traidores a la bondad, a la belleza, a la verdad o a la patria
. Es también traidor y maldito todo sistema educacional que tienda producir tipos que vivan desdeñosamente apartados
de la eterna realidad humana y de la realidad actual de la patria.
(De
el libro El sentido de la vida, de
Juan A. Mackay )
No hay comentarios:
Publicar un comentario