Ventanas
La
desobediencia
Sobre un banco de cemento, sentada,
parque frente a su casa, mi vecina, cuenta:
Era un poco más del mediodía
Tenía hambre y mi mamá no llegaba
Tomé mi muñeca patilarga
y salí a la calle en su busca
Tendría cinco añitos,
sabía, el Comedor, estaba, atrás
Tomé el lado izquierdo de la calle
e iba caminando por la vereda
cuando veo a mi madre que a mi venía
trayendo las viandas con la comida
(Reconocía, había desobedecido,
me había dicho no saliera de casa)
-¿Mamá, qué trajiste?- le pregunto.
Ella venía absorta mirando al piso
¡Caramba! no me ha oído!, repito:
- ¿Mamá, qué has traído? Soy tu hija
Ella seguía absorta mirando al piso
-¡Mamá, soy Hadaly, tu hija!-¡Y, nada!-
Entonces empiezo asustarme
De pronto, mamá dice mirándome:
- ¿De quién será esta nanita?
Seguramente se ha perdido,
Mi hija, nunca sale a la calle,
Mi hija, nunca desobedece
-¡Mamá, soy yo, tu hija Hadaly,
le interrumpí y agregué:
- Te demorabas y de la casa salí
en tu busca, tenía mucha hambre
Pero ella
estaba empecinada en castigarme
Abrió la puerta, entró sola y cerró
tras ella
Me quedé fuera de la casa
Mi voz de niña se ahogaba
Mis piernitas endebles flaqueaban
Me parecía que el piso temblaba
Quería llorar pero que nadie me viera
Corrí a este parque, a este mismo
banco
-En ese tiempo, eran tiernos los ficus-
y lloriqueé con mucha aflicción
hasta que mi madre salió en mi busca,
y, al encontrarme gimiendo
se puso a llorar conmigo
haciendo encomio
que no desobedeciera nunca más.
Mi madre,
ha
sido la mujer más buena del mundo
he convivido con ella cosas bonitas
sólo este pequeño detalle se podría
decir...
Y ya no pudo hablar, y se puso a llorar
Mi vecina ha vuelto del extranjero
al saber que su madre ha muerto
yace tendida en la capilla ardiente
frente al parque, frente al mismo banco
que hoy día poderosos son sus ficus
que ella misma había sembrado.