En
una silla de ruedas la señora vende
agua
de mesa, en botella,
rollos
de papel higiénico, galletas
frente
al Hospital Dos de Mayo
e
intrigado vi hacia sus lados
cajas
vacías, uno a uno, cada cierto trecho
Un conductor
había intentado aparcar su carro
mutilando
una caja
la
doña maniobró su silla hacia él,
y a
voz , le conminó abandonar
Dijo:
¡Ese sitio está reservado!
- ¡No
es parqueo municipal!, reclamó el extraño
-¡No
señor!, está reservado
¡Yo
no estoy aquí por las puras!
-Pero
estoy frente al hospital, insistió
- ¿No
entiende? ¡Está reservado!
Y
el automovilista al verla airada,
en
silla de ruedas, se retira
Luego
aparca otro auto, supongo, conocido
que,
zalamera, la tullida, saluda al conductor
con
el antepuesto de doctor, quién, además,
le compra
una botella de agua mineral
Ella,
como muchas mujeres en este país
a
pesar de su incapacidad física
se ingenian
para ganarse la vida:
le
reserva el parqueo a los doctores
mientras
laboran les cuida el carro
e
incluso les limpia con una franela,
ha
de recibir no tan poca propina.
A veces en la oquedad de mi pensamiento
espero
recaer a una silla de ruedas
para
emprender algo sustantivo a mi vida
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