¡Qué
decanato del mes moriré?
¿Primero?
¿Segundo?¿Tercero?
¿El
mismo día que he nacido
en carnaval,
en ceniza o cuaresma?
¿El
último día del año
entre
bombardas, brindis espumante
como
se fue mi padre
e irse
desapercibido?
(Si
la vida entera es un año
por
antonomasia el último día
es el fin de fiesta
mi
padre así lo predijo)
¿En
una mañana triste? ¿De madrugada?
¿Al
mediodía ardiente?
¿En
la tarde crepuscular como quisiera
acorde
a lo que es un día
-si
es éste la vida entera
y la
noche la muerte-
sería
el atardecer
la
línea de mi tránsito?
¿Qué
año?
Mejor
dicho ¿de éste a cuántos?
¿Cinco?
¿Diez? ¿Entre cinco y diez?
Ya
no habrá quién escriba mi blog
¿Qué
estará aconteciendo esos días?
¿Otra
deflagración económica?
¿La
vuelta de la República a España?
¿Un
terremoto de nueve grados?
¿Otro
pedazo de país cercenado?
¿O,
mi país llegando a un mundial?
¿Dónde
depositaran mis restos?
¿Al
pie de la sepultura de mi padre?
(Los
costados ya estaban vendidos:
lo
que revela yo solo no prevengo)
Sepultura
bajo tierra que voy pagando
me
llegue a mitad de mis letras, ruego
según contrato el saldo se extinguiría
¿Cuántos
vendrán a mi entierro?
Tal
vez no haya varones disponibles
para
cargar mi féretro hasta la calle
como
le pasó a mi prima Candelaria:
los
presentes (casi) todos mujeres
tocamos
la puerta de los vecinos
y exigimos se dignaran ayudarnos
¿Cuántas
lágrimas derramará mi mujer?
¿Un
par? ¿Dos pares? ¿Ninguna?
¿Vendrán
todos mis hijos –barajo-
o
preferían como le pasó a mi prima
preferir
no ausentarse de su trabajo?
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