Cuando Gabriel García Márquez llegó a Cartagena
procedente de Arakataca en busca de un porvenir, joven aun, sin dinero, pensaba
pasar su primera noche en la vía pública, se tendió a descansar en un banco pero fue
descubierto por un policía que al verlo tan flaco y decaído lo llevó a comer
algo antes de encerrarlo. Lo hizo por piedad, era mejor que pasara la noche en
el calabozo que a la intemperie.
GarcíaMarques llegó al Perú una sola vez invitado por
la UNI (Universidad de Ingeniería, donde después estudiarían dos de mis hijos) que
da a la autopista que va al norte, por donde se va a mi casa de Las Gardenias.
Pienso, en
particular, que no volvió más porque quedo herido en el alma por haber recibido
un puñetazo de su mejor amigo: Mario Vargas Llosaen una sala de cine en Méjico
(1976)
Mario,creo que
debió pedirle disculpas antes que falleciera.
O si no lo hizo, ha debido –aun puede- deslindar el
motivo por cual le agredió –sacarlo a
luz por una sola vez- porque se han tejido muchas historias al respecto.
Para mí fue, y es, García Márques un referente, un modelo para vivir, de ser consecuente con sus pensamientos.
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