lunes, 20 de abril de 2015

El librovejero



 A la carreta de doña Ventura
-sostén al tablero de dos ruedas-
llegué, a comprar libros viejos
si es que a mi gusto alguno había

Doña Ventura no estaba
había ido a merendar
así me  dijo su vecina
entonces aproveché
la mesa a rebuscar  

Casi no había nada  aliciente
aunque reparé  en uno pequeño
La peste , 1659 , Daniel Defoe
(Robinson Crusoe) autor conocido

La estuve esperando buen rato
debió ser copioso el almuerzo
aunque la verdad es
no es rentable, no es negocio
vender libros viejos

Sobre todo en este pobre país
que al joven poco le toca la paga
(almuerzo, el arriendo y en pasajes)
y poco es lo que le queda

La doña por ahí se habrá quedado
conversando con alguna amiga
y no digo más porque tiene esposo
su marido, mi amigo  Medardo,
flaco, alto, con la nuez marcada
libroviejero, quién me recuerda
cuando por ahí, tenía mi negocio
y a cada rato, libros le compraba

Hasta que un día una muchacha
no sabia qué hacer ni dónde ir
como muchas que abunda
estos centros de abastecer
al no inclinarse a prostituir
deambulan vendiendo cualquier cosa
o tratando como Ventura, amigar
a cualquier mozuelo
que tuviera cualquier negocio

Por las tardes con Medardo conversaba
y de a poco se fueron amancebando
y su amor particular florecía
ente novelas de amor y libro viejo

Pero este lazo repercutió en Medardo
ya no paraba todo el día en el negocio
proveía los libros por la mañana
para que  lo vendiera su mujer
y el resto del díaa casino, jugaba
como muchos que abunda
estos centros de abastecer

El negocio, por eso, lo veía medio caído
don Medardo y doña Ventura
ahora, viejos, como los libros
obras como antes  ya no había ,
más, sí, revistas de moda y farandulera

Volveré mañana me dije,
total, todos los días por aquí paso
el tren eléctrico por ahí corre
una estación para ir a Javier Prado

Mi vicio es buscar libros viejos
cuando esté en el otro lado supongo,
en el rojo arcano, buscaré libros profanos

*

En la carreta a doña Ventura hallé
apilando algunas revistas al día siguiente
por delante tenia un joven cliente
como yo acucioso buscaba libros

Pero eso no importaba, tomé el mío
y el precio a la doña pregunté
pero el joven intervino y dijo:
¡Ese libro lo tengo separado, por favor!
Quería rogarle que me dejara llevar
pero como vi que  otros libros escogía,
como lo hago yo, al final, ha de depurar
O, por llevar tantos, el precio regatear,
como suelo  también hacer,
esperaba La peste de Defoe lo dejara

Aparenté buscar otros libros
rogaba que la doña no lo rebajara
y por lo tanto él  lo dejara
pero la doña le dio beneficios:
Como me esta llevando tanto le dejo tanto
Quería pujar decir ese libro le pago más
o si no, doña, yo vine ayer y lo separé
Miré a su vecina, ahora ella no estaba,
para que lo que digo corroborare
pero, pelear por un libro viejo…
se regatea la leche para lleva a casa
se porfía aminorar la tarifa al taxista
¡pero discutir  por un libro usado...!

¡Cómo se sufre por un libro viejo!
¡Mi Defoe se llevaba mi mal amigo!
Como si teniendo de la mano mi chica
vendría otro y me lo quitara,
me quedé resacando la mollera
Y esto me pasó en mi propia cara

Pregunto ¿Por qué con tanto afán poseerlo,
si mis libros viejos -los que yo poseo-
con los años se han vuelto más viejos
que he tenido que encajonarlos
y colocar unas bolitas de naftalina
que cuando  necesito proveerme,
incluso, uso una mascarilla?

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