<… Y, ya, al filo de la última etapa de la vida, con los sesenta
años en víspera, he perdido todo el apuro, y he ganado toda la calma. Pero, eso
sí, porque ahora que me acerco a la ancianidad - a esa descrita por Sócrates
cundo refiere su dialogo con Céfalo, en las primeras páginas de La República: - Siento una nueva juventud,
que seguramente ha de ser breve, pero la más bella y armoniosa, la mas activa y
creadora, de dimensión interior antes insospechada. Lo físico que nunca, ni a los
25 años, fue mejor, no importa. Eso dura o revienta cualquier noche. Lo mental,
que más interesa es lo enterizo y alerta, con más ojos que Argos. Por ellos veo
lo que hay que hacer. Yo ya no quiero glorias, y lo que quiero es la que, muy
difícilmente, llega post morten; quizá cuándo, quizás nunca >
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