Hoy me llegó un sueño muy bonito, muy claro
De mis años impúberes, cosa rara, pero recuerdo bien.
Mi padre sentado jabonándome el torso, las piernas…
Diciéndome palabras de cariño como solo él sabía dar
solo a mí, su hijo
preferido y primogénito, su Chendo
Parado en la batea con el agua hasta las canillas
Miraba yo mi chiche, mi aréola cardenalicia.
Tendría cuatro o
cinco años, no más:
¿Cómo puede fechar fielmente los sueños?
Hoy me llegó un sueño muy bonito, muy claro
del que no hubiese querido despertar, fuera infinito,
fuera un punto
donde se pudiera reciclar mi infancia
la más pobre y necesitada, pero la más hermosa de mi
vida.
Era domingo, cuando papá descansaba, antes del
mediodía,
me bañaba y secaba y me vestía; y me llevaba de la mano
a recoger a mamá en la plaza donde vendía fruta y luego irnos
almorzar en restaurante bonito y conocido; y luego recalar
en un parque,
casi toda la tarde, soleándonos de alegría.
Hoy me llegó un sueño muy bonito muy claro…
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