miércoles, 25 de diciembre de 2013

Morococha


< ¡Despierta, despierta Chendo, no hay mi pueblo! ¡Despierta! ¿Por qué no despiertas? ¿Tanto es tu sueño? ¡Pobre de mi, me he quedado sin pueblo! Desde el alto miraba un punto oscuro sobre la sabana blanca de la cordillera y sabia que ahí estaba mi pueblo, mi casa, bueno ya no tengo casa, mis tíos lo vendieron para mantenerme de niña cuando quedé huérfana pero la casa de mi prima, mi colegio…
< Pero esta mañana divisé y creí haber visto mal. No estaba mi pueblo… ¡Despierta Chendo, despierta! ¡Has algo por favor! Está trasladando mi pueblo a otro lugar  que se llama Carhuacoto, o algo así, ¿a quién se le ha ocurrido eso? A la empresa minera seguramente.
< ¿Es que no hay nadie quien defienda mi pueblo? ¿Tan borreguitos son? ¿Es que el gobierno central  no les ayuda a permanecer en algo que es suyo tantísimos años? ¿Qué ha pasado? Eso me pasa por estar en el arcano en otras comisiones. Ahora tú no  quieres despertar…
< ¿Recuerdas cuando abordamos en la estación de Morococha el ómnibus que nos regresaba  a la capital?  Luego de una corta estadía, horas no más, recorriéndolo y  visitando a mi prima Juliana en La Oroya a quién no veía desde el colegio, ¿recuerdas? Te hablé al oído: Sentados en los asientos,  pronto te dormiste. Estabas cansado del trajín, habías rodeado la excavación a tajo abierto que por un lado se comía el pueblo que, decías, parecía  tamaño de un estadio. Estabas cansado, de  llegar  al abra de los cerros por donde la carretera cruzaba  bien para  la pampa(meseta) de Junín o hacia  el valle de Huancayo , y haber visitado el asiento minero donde trabajaba mi papá de almacenero.  Noté por la ventana del bus, aquella vez,  mis ojos brillaban de pena, no sabía porque, pensé,  presagié iba a ser la última vez. Veía las  casas de mi barrio, los bloques del edifico donde  hospedaban a empleados y trabajadores del asentamiento minero, el mercado, la casa de mi tía Rigoberta, el colegio donde niña me tocó estudiar. Y mis labios susurraron en silencio: Adiós Morococha querida, adiós, pero-tonta prometí:- volveré. No volví nunca, al menos por la carretera.
 4600 metros de altura aparte de sus minerales? Donde cualquier esfuerzo físico, para un extraño,  el corazón se le agita sobremanera? El granizo  le cae  a uno como si le aventaran cubitos de hielo, y asusta al extraño el estruendo  tac tac sobre el asfalto de la carretera,  grumos  que amenazaba después deshelar y enfangar el borde de la carretera donde estaban asentados restaurantes y hoteles de paso; y  hay meses, contrariamente, el sol parece  recostado sobre la loma este y refulge   sobre la blanca nieve que enceguece la vista.
<¡Pero, entiende mi amor!  De niña corría  sus calles estrechas, subía las cimas cercanas y veía el esplendor de otros picos a lontananza y, más cerca, la  laguna que cambia de colores. Y desde esa loma cercana, sentada en una manga  plástica  descendía como por un tobogán hasta el patio de mi casa. En el mes de diciembre,  previo a la navidad salía a jugar con mis amigas al tendal de nieve blanca, armábamos   un muñeco de nieve, llevaba la bufanda y el sombreo de papá y, Consuelo, otra amiga le ponía una pieza de zanahoria en la nariz del muñeco y jugábamos cantando villancicos alrededor de él.  Algunos ingenieros, gringos, que dirigían las explotación de las minas nos veían jugar haciendo la ronda, nos tomaban fotos y luego nos compraban  chocolate  y panecillos y, Juliana, mi prima,  le gustaba pedir dinero  y se la daban y corriendo iba a al mercado  a comprar jarabe de fresa, de lúcuma y con la nieve fresca hacíamos raspadillas  que comíamos. Mucho hielo comí de niña que, a la larga, me afectó  los bronquios;  y, ya, en Lima como ya no tenía papá ni mamá porque habían fallecido  ( te lo conté en otra oportunidad -murieron en un accidente automovilístico bajando de Morococha   a Lima-) no me curaron mis tíos y se me  formó en asma perenne, por eso, a ti no te gustaba estar muy cerca de mi porque oías ese sonido sordo de mi pecho…
<¡Pero, despierta Chendo, despierta! Hoy como acullá estás dormido feliz en tu cama ¡Mi pueblo ha desaparecido! ¿Porqué eres muy dormilón?...>
´Entonces, yo, Chendo,  sentí que la cama oblonga se doblaba en dos como si fueran hacerme un sándwich. Desperté,  quise levantarme y no podía ¡Mierda, dije, es una pesadilla! Tengo que serenarme si no peor es. Conté: uno, dos, tres, cuatro…  y pude estirar el brazo y prender el velador y desvanecido la opresión.
Entonces recordé el sueño, Zeli otra vez, pero ahora estaba molesta. Recordé íntegramente sus palabras por eso tenía que escribirlo de inmediato porque después me olvidaba. Di fe de lo que reclamaba: Morococha iba desapareciendo. Todavía había algunos poblanos que se negaban a dejar sus casas pero la mayor parte se habían trasladado. Algunos lugareños habían hecho huelga paralizando la carretera que va  Huancayo, otros  habían venido hablar a Lima con congresistas paisanos, con el  premier,  pero nadie le hacían caso.
La nueva ciudad se llamará, en efecto, Carhuacoto y estará ubicado a 7 kilómetros del antiguo pueblo Morococha, nombre éste que desaparecerá del mapa político del Perú (los pueblos también mueren y son enterrados en el olvido) En su lugar se dará vida al proyecto minero de cobre Toromocho
¡Y  lo que es este país! En el año 2003 el estado peruano concesiona el asiento minero Morococha  a la minera canadiense Perú Copper por dos millones dólares. Este, luego,  (para mi, ya sabían) descubre una enorme veta de millones de toneladas de cobre debajo del pueblo de Morococha. Y la Copper lo transfiere el proyecto a Chinalco empresa estatal china por 792 millones de dólares ¡Que tal utilidad! Invierte dos  y recuperan 790 millones ¡Así es el Perú! ¡Así ha sido siempre! Enriquece a  foráneos y nuestros gobernantes no hacen valer nuestra riqueza, con recibir algo bajo la mesa firman las concesiones, esta vez, con Chinalco por 32años . E,  incluso, pienso, si el estado peruano  es consciente de haber sido  perjudicado al concesionar,  pero como dicen negocios son negocios y hay que respetarlo pero al menos, algo de dinero extra pretendería el país en  recuperar y exigir que la transacción hubiese sido hecha en el país para recabar los impuestos de ley por la transacción pero ¡ni eso, que estúpidos somos como país! Porque la transacción de  Cooper a Chinalco se hizo en Canadá y el Perú perdió 217 millones dólares en derechos de traspaso.
 Y  este gobierno de Ollanta  que dice ser nacionalista  hubiese, aún en última instancia, aprovechando la coyuntura de los conflictos  sociales por la reubicación de Morococha decirle a ésta de esta forma: Chinalco ¿quieres ustedes  el reasentamiento de Morococha? Bueno, necesitamos  un plus generoso por no haber cumplido con hacer la transacción en el país. Pero no, nunca le  reclamo. De nacionalista no tiene nada.
El gobierno  nos calla la boca diciendo que en 32años (¿estaré vivo?¡ claro que no!  Como muchos en este país que viven y mueren sin ver a su país transformado para bien)  obtendremos 3.800 millones por canon minero y 760 millones por regalías ¡En 32años!¿ Cuantos se llevará Chinalco y cómo  dejará el yacimiento?

Menos mal tú, Zeli, ya no estás para sufrirlo ¡O sí?

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