< ¡Despierta, despierta Chendo,
no hay mi pueblo! ¡Despierta! ¿Por qué no despiertas? ¿Tanto es tu sueño? ¡Pobre
de mi, me he quedado sin pueblo! Desde el alto miraba un punto oscuro sobre la
sabana blanca de la cordillera y sabia que ahí estaba mi pueblo, mi casa, bueno
ya no tengo casa, mis tíos lo vendieron para mantenerme de niña cuando quedé
huérfana pero la casa de mi prima, mi colegio…
< Pero esta mañana divisé
y creí haber visto mal. No estaba mi pueblo… ¡Despierta Chendo, despierta! ¡Has
algo por favor! Está trasladando mi pueblo a otro lugar que se llama Carhuacoto, o algo así, ¿a quién
se le ha ocurrido eso? A la empresa minera seguramente.
< ¿Es que no hay nadie
quien defienda mi pueblo? ¿Tan borreguitos son? ¿Es que el gobierno
central no les ayuda a permanecer en
algo que es suyo tantísimos años? ¿Qué ha pasado? Eso me pasa por estar en el
arcano en otras comisiones. Ahora tú no quieres despertar…
< ¿Recuerdas cuando abordamos en la estación de Morococha
el ómnibus que nos regresaba a la capital? Luego de una corta estadía, horas no más, recorriéndolo
y visitando a mi prima Juliana en La
Oroya a quién no veía desde el colegio, ¿recuerdas? Te hablé al oído: Sentados
en los asientos, pronto te dormiste. Estabas
cansado del trajín, habías rodeado la excavación a tajo abierto que por un lado
se comía el pueblo que, decías,
parecía tamaño de un estadio. Estabas cansado,
de llegar al abra de los cerros por donde la carretera
cruzaba bien para la pampa(meseta) de Junín o hacia el valle de Huancayo , y haber visitado el asiento
minero donde trabajaba mi papá de almacenero.
Noté por la ventana del bus, aquella vez, mis ojos brillaban de pena, no sabía porque,
pensé, presagié iba a ser la última vez.
Veía las casas de mi barrio, los bloques
del edifico donde hospedaban a empleados
y trabajadores del asentamiento minero, el mercado, la casa de mi tía Rigoberta,
el colegio donde niña me tocó estudiar. Y mis labios susurraron en silencio: Adiós
Morococha querida, adiós, pero-tonta prometí:- volveré. No volví nunca, al
menos por la carretera.
<¡Pero, entiende mi amor! De niña corría sus calles estrechas, subía las cimas cercanas
y veía el esplendor de otros picos a lontananza y, más cerca, la laguna que cambia de colores. Y desde esa
loma cercana, sentada en una manga
plástica descendía como por un
tobogán hasta el patio de mi casa. En el mes de diciembre, previo a la navidad salía a jugar con mis
amigas al tendal de nieve blanca, armábamos
un muñeco de nieve, llevaba la bufanda
y el sombreo de papá y, Consuelo, otra amiga le ponía una pieza de zanahoria en
la nariz del muñeco y jugábamos cantando villancicos alrededor de él. Algunos ingenieros, gringos, que dirigían las
explotación de las minas nos veían jugar haciendo la ronda, nos tomaban fotos y
luego nos compraban chocolate y panecillos y, Juliana, mi prima, le gustaba pedir dinero y se la daban y corriendo iba a al
mercado a comprar jarabe de fresa, de
lúcuma y con la nieve fresca hacíamos raspadillas que comíamos. Mucho hielo comí de niña que, a
la larga, me afectó los bronquios; y, ya, en Lima como ya no tenía papá ni mamá
porque habían fallecido ( te lo conté en
otra oportunidad -murieron en un accidente automovilístico bajando de
Morococha a Lima-) no me curaron mis tíos y se me formó en asma perenne, por eso, a ti no te
gustaba estar muy cerca de mi porque oías ese sonido sordo de mi pecho…
<¡Pero, despierta Chendo, despierta! Hoy como
acullá estás dormido feliz en tu cama ¡Mi pueblo ha desaparecido! ¿Porqué eres
muy dormilón?...>
´Entonces, yo, Chendo, sentí que la cama oblonga se doblaba en dos
como si fueran hacerme un sándwich. Desperté, quise levantarme y no podía ¡Mierda, dije, es
una pesadilla! Tengo que serenarme si no peor es. Conté: uno, dos, tres, cuatro… y pude estirar el brazo y prender el velador
y desvanecido la opresión.
Entonces recordé el sueño, Zeli otra vez, pero ahora
estaba molesta. Recordé íntegramente sus palabras por eso tenía que escribirlo
de inmediato porque después me olvidaba. Di fe de lo que reclamaba: Morococha
iba desapareciendo. Todavía había algunos poblanos que se negaban a dejar sus
casas pero la mayor parte se habían trasladado. Algunos lugareños habían hecho
huelga paralizando la carretera que va Huancayo,
otros habían venido hablar a Lima con
congresistas paisanos, con el premier, pero nadie le hacían caso.
La nueva ciudad se llamará, en efecto, Carhuacoto y estará
ubicado a 7 kilómetros del antiguo pueblo Morococha, nombre éste que desaparecerá
del mapa político del Perú (los pueblos también mueren y son enterrados en el
olvido) En su lugar se dará vida al proyecto minero de cobre Toromocho
¡Y lo que es
este país! En el año 2003 el estado peruano concesiona el asiento minero
Morococha a la minera canadiense Perú Copper por dos millones dólares.
Este, luego, (para mi, ya sabían) descubre
una enorme veta de millones de toneladas de cobre debajo del pueblo de Morococha.
Y la Copper lo transfiere el proyecto a Chinalco
empresa estatal china por 792 millones de dólares ¡Que tal utilidad! Invierte
dos y recuperan 790 millones ¡Así es el Perú!
¡Así ha sido siempre! Enriquece a foráneos y nuestros gobernantes no hacen valer
nuestra riqueza, con recibir algo bajo la mesa firman las concesiones, esta vez,
con Chinalco por 32años . E, incluso,
pienso, si el estado peruano es
consciente de haber sido perjudicado al concesionar, pero como dicen negocios son negocios y hay
que respetarlo pero al menos, algo de dinero extra pretendería el país en recuperar y exigir que la transacción hubiese
sido hecha en el país para recabar los impuestos de ley por la transacción pero
¡ni eso, que estúpidos somos como país! Porque la transacción de Cooper a Chinalco se hizo en Canadá y el Perú
perdió 217 millones dólares en derechos de traspaso.
Y este gobierno de Ollanta que dice ser nacionalista hubiese, aún en última instancia, aprovechando
la coyuntura de los conflictos sociales
por la reubicación de Morococha decirle a ésta de esta forma: Chinalco ¿quieres
ustedes el reasentamiento de Morococha?
Bueno, necesitamos un plus generoso por
no haber cumplido con hacer la transacción en el país. Pero no, nunca le reclamo. De nacionalista no tiene nada.
El gobierno nos
calla la boca diciendo que en 32años (¿estaré vivo?¡ claro que no! Como muchos en este país que viven y mueren
sin ver a su país transformado para bien) obtendremos 3.800 millones por canon minero y
760 millones por regalías ¡En 32años!¿ Cuantos se llevará Chinalco y cómo dejará el yacimiento?
Menos mal tú, Zeli, ya no estás para sufrirlo ¡O sí?
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