Estaba trabajando en el sótano de la tienda
donde por un tragaluz de treinta centímetros de ancho y un metro de largo
se miraban zapatos y bastas de pantalones, presurosos,
También sandalias con tacos de punta, de mujer, que soportaban, algunas ,
tobillos delgados y bien torneados Deseaba saber la faz de hermosa criatura,
pero no se veía, solo sus zapatos, pero igual, se iban, indiferentes, de largo,
Pero alguna vez había un paso cansino que retrocedía, y por curiosidad,
se agachaba para ver por la tronera Y me ampayaba mirándole
Me saludaba sin conocerme y me agitaba la mano amistosamente.
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