martes, 28 de marzo de 2017

ZELI (Poemario) XXVII


XXVII
                                                 
Ahora camino un extenso lago
Capa de hielo prendido a  roca
Ejército de cangrejos en agua dulce
y la iridiscencia de pececillos raros

Cogido a resistente y ceñido arnés
metal  crampón  desplaza mi bota
que algo estabiliza y podía mirar
a través del hielo grueso cristalizado

En medio de esa laguna encantada
Claro  diáfano el hielo  me parecía
aun así no sabía quién me halaba

Sentía  que una polea me danzaba
pero quién me jalaba no veía



XXVIII

Terreno abierto desierto  exploro
clima glacial subsuelo helado

Observo  doquier: Campo infinito
Baldío pero en el suelo hay vida:

¡Millones de líquenes y musgos
Puebla la inmensa tundra desnuda!

Repentino  oigo por las afueras:
¡Cuidado, cuidado, con el pantano!

Trato evitar rodeando la vaguada
Oigo de nuevo esa voz nítida:

¡No te muevas Zeli,  no te muevas!
¡Ten cuidado Zeli no te me muevas!

Tal vez  es un sueño y me pellizco
Tal vez estás a mi espalda, ¡pero no!

Observo doquier: Campo infinito
vano trato ubicar  procedente voz

Busco un palo para bastonear
y no hay en la tundra una sola vara

Seguro estoy en un planeta perdido
país desconocido,  no  el mío

Pero en el suelo hay minúscula vida:
¡Millones de líquenes y musgos!

Y esa voz tan firme  ya no escucho
Pero ora puedo continuar mi camino.



XXIX

Luna plena, inmensa… Riela la luna
Sobre las aguas de un río calmo
Esplende a los tallos de la ceiba

Llega hasta la cerca, al lado del río
e ingresa por la puerta  abierta  a
mi casa que orla  techo a dos aguas

Sentada a la tarima del pórtico
Do una portezuela va a la ribera
me parece que ya estoy muerta

Porque ya no me late las sienes
ni el sudor  ensopa  mi blusa
ya me siento mucho más liviana

¿Ora podré ver la cara de mi Dios?
¿Ora podré oír  enternecedora voz?
pero
No hay nadie a quién preguntar

Solo un bote enroscado a la rada
agua calma que refulge a espejos
y la luna inmensa siempre sola     

El morral tejido que  usar solía
En el carport sobre un clavo colgado
Y aquel vestido celeste vaporoso

Triste … con quién hablar no tengo
¿O será éste mi purgatorio antes de
las calles de oro y  mar de cristal?

Toco las cuerdas de una bandurria
apoyada sobre mi regazo y su trino
contagia a la aves de la noche
                    
Espero  vengan a llevarme río arriba
A la estación de los recién llegados
A traer  a esta placentera  posada
a Amator y vivir juntos el eterno.



ZELI/ autor Jrosual/ Marzo 2017 




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