viernes, 19 de febrero de 2016

¡Qué lindo es hacer reír a una niña!



La combi va casi vacía. Por el espejo retrovisor, sobre la cabeza del chófer,  le noto preocupado por llenar su carro de servicio público.  Ve, que una persona en la vereda le llama para subir, entonces, el chófer pone  en reversa: y yo  digo, casi, en susurro:
-¡Este carro en vez de avanzar está retrocediendo!
 Una niña de seis años me oyó tal exabrupto  y se ríe de ello. Está al regazo de su madre, asiento adelante.
Se ríe de mi preocupación que exagero para su beneplácito.
Sube la persona,  y otra  pareja aparece por una esquina,  también le hacen aspavientos para que espere.  Nuevamente el chófer  maniobra otro retroceso, digo, ahora sí –adrede- para que la niña escuche:
- ¡Uf, así como vamos voy a regresar al paradero inicial!
 Y la niña ríe  despepitadamente.
 Y agrego, esta vez, cambiando  posición:
-¡Creo que mejor me doy la vuelta mirando hacia atrás!
 La niña se desvive riendo.  Llega a un punto que cualquier cosa que diga o haga le causa sonora risa.


¡Qué lindo es hacer reír a una niña!

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