El entorno
El problema para el que acostumbra escribir puede ser el
entorno inmediato, demás integrantes de la casa que no le comprenden. Generalmente
el que despluma lápices quiere hacer su trabajo de incógnito y no
necesita a nadie más en su mesa, en su cuarto, enclaustramiento que es supuesto por el
entorno como ejercicio de vagancia o ser afecto a pornografía o juegos
por red porque tiene el cuarto cerrado y ya se generó tirria en la pareja.
Malhadada vecindad que presiona a sincerar en qué está trabajando. (Yo no lo hago): Si dijese:¡Quiero ser
escritor! ó ¡Me gusta escribir! Esta revelación seríale motivo de
escarnio y burla que los anticuerpos buscaban. A partir de ahí cualquier
desavenencia en casa se rompe por el lado débil, tiene la culpa o estamos
apretados por el que se cree
escritor y que debería estar trabajando en algo más pragmático.
Pero como el oficio de escribir es generalmente afición, devoción y no se tiene
reconocimiento alguno, menos una paga, -es como un palto que
se siembra cuyo fruto, si es buena tierra, podría verse en varios años- irrumpe
el bando contrario con la ironía : ¿Y, cuando …te llegará la fama?¿Y
cuando ganaras un premio? Y con esa presión no se puede escribir.
En este país, diría mejor, en este barrio donde vivo los
oficios simples tiene mejor preferencia que estar
lidiando en una mesa con papel y pluma.
El oficio de escribir no es como el gasfitero que hace su trabajo y trae
dinero a casa. Podría decir, en mi barrio, en cientos de casas a la
redonda no habrá más de dos o tres que escriban, por supuesto, no me
refiero al joven que tiene una esporádica consunción en escribir a su
enamorada, o al profesional en redactar documentos, contratos o litigios,
o al graduado de profesor, no, sino aquel que como James Salter dice “escribo lo que se y lo que siento y de lo que he vivido que es autentico
y genuino independientemente si guste o no”
Será por eso que muchos que luego fueron significativos escritores
peruanos, en su juventud fugaron del país. Mejor se escribe sobre el Perú
fuera de el. En este país no se puede escribir solo por el gusto de escribir a
no ser que te cierres en tu empeño o vivas solo. En mi casa de Las gardenias, a
pesar que tengo hijos ingenieros y libros de obras de famosos autores de literatura
nadie tenia el hábito de leer y de interpretar lo que el alma reclama. En esta
casa donde estoy actualmente, igual, más bien, soterradamente, me
sugieren que visite un psicólogo o psiquiatra: Yo lo hago –me
dice mi hermana como dándome confianza- y no quiere decir que estoy
loca, ¿porque no puedes ir tú?
Se molestan al igual que ella, su familia, cuando estoy
encerrado en mi cuarto y no comparto oír su vano ego o acudir a
su eterna y mediocre cháchara y confraternidad aldeana.
Sin duda, el oficio de escribir es ser incomprendido.
Diez años más / el viejo
barbado /ensayo
Diría que me queda diez años, a lo más, de lucidez, el resto,
negrura de los teñidos más oscuros, vegetar un poco más, aquí y el infinito manto
oscuro que espera allá. Un hombre viejo no quiere invertir en un negocio
nuevo, lo poco que tiene lo cuida con acedo pertinaz –de ahí proviene lo que antes mirando
a los viejos tacaños no entendía-con la consecuencia que de invertir pueda derivar desde fracasar estrepitosamente,
otra vez, o ,a lo sumo trabajar para pagar empleados, gastos generales , contribuciones al
gobierno local y al gobierno central, o estar
expuesto a contingencias imprevistas que un
negocio acarrea.
Ahora peor, estar comprobando como mi rodilla cada vez tiene menos
maniobrabilidad . Lo que menos quiero es enredarme en la viña florida del
encanto sujeta cuando uno ocupa el cargo de gerente o administrador, ya lo sé, nos
lleva al desencanto. Muy fácil es enfrentarse a un protervo que quiere
suplementos pero ante aquel o aquella empresaria que subliminal nos enreda y
nos saca una firma en nuestro perjuicio es más difícil que nuestra conciencia –ora
a punto de caducar- se de cuenta.
Hoy, de por si, me da sueño en el medio día ¿Cómo podría
mantener un negocio a no ser que los mismos empleados aprovechen tal
para expender sin factura?
Lo cierto es que para un pusilánime como yo-dirá mi hermana- todos
los pretextos están a la orden del día, en la punta de mis labios. Pero no me
convence. Quiero escribir. Por eso trato minimizar mis gastos de mi escaso fondo
y éste sea para lo inevitable pero no quiero reabrir un negocio.
Y quiero escribir ahora porque si calzo estos diez años en ello
tal vez
Mis hijos, nietos, perciban que he vivido, que hay mucho testimonio
de vida
Y si esto que estoy haciendo ahora lo haría a partir de los setenta
y cinco creo que ya no tendría la lucidez ni fuerza en el pulso para ello.
Así como voy sintiendo los estragos ahora estoy seguro mi salud va
ser más deplorable después.
Lleno el día visitando centros culturales de Lima, son mayormente
gratis, o llevo algunos cursos, también gratis o con poco costo. Así quiero
aprender fotografía, pintura, idiomas, (
adaptados los cursos para personas mayores) y asistir a charlas de diversos
temas que las hay; y llegar a casa a escribir en mi blog las
peripecias del día. Lo importante es llenar el día.
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