miércoles, 17 de febrero de 2016

El entorno (confesión de parte) / el oficio de escribir/ Rev /V16

El entorno

El problema para  el que acostumbra escribir puede ser el entorno inmediato, demás integrantes de la casa que no le comprenden. Generalmente el que despluma lápices  quiere hacer su trabajo de incógnito y no necesita a nadie más en su mesa, en su cuarto,  enclaustramiento que es supuesto por el entorno como ejercicio de vagancia o ser afecto a  pornografía o juegos por red porque tiene el cuarto cerrado y ya se generó tirria en la pareja. Malhadada vecindad  que presiona a sincerar en qué está trabajando.  (Yo no lo hago): Si dijese:¡Quiero ser escritor! ó ¡Me gusta escribir!  Esta revelación seríale  motivo de escarnio y burla que los anticuerpos buscaban. A partir de ahí cualquier desavenencia en casa se rompe por el lado débil, tiene la culpa o estamos apretados por  el que se cree escritor y que debería estar trabajando en algo más pragmático.

Pero como el oficio de escribir es generalmente  afición, devoción y no se tiene  reconocimiento alguno,  menos una paga,  -es como un palto que se siembra cuyo fruto, si es buena tierra, podría verse en varios años- irrumpe el bando contrario con la ironía : ¿Y,  cuando te llegará la fama?¿Y cuando ganaras un premio? Y con esa presión no se puede escribir.

En este país, diría mejor, en este barrio donde vivo los oficios  simples tiene mejor preferencia que estar lidiando en una mesa con papel y  pluma. El oficio de escribir no es como el gasfitero que hace su trabajo y trae  dinero a casa. Podría decir, en mi barrio, en cientos de casas a la redonda no  habrá más de dos o tres que escriban, por supuesto, no me refiero al joven que tiene una esporádica consunción en escribir  a su enamorada,  o al profesional en redactar documentos, contratos o litigios, o al graduado de profesor, no, sino aquel que como James  Salter dice “escribo lo que se y  lo que siento y de lo que he vivido que es autentico y genuino independientemente si guste o no”

Será por eso que muchos que luego fueron significativos escritores peruanos, en su juventud  fugaron del país. Mejor se escribe sobre el Perú fuera de el. En este país no se puede escribir solo por el gusto de escribir a no ser que te cierres en tu empeño o vivas solo. En mi casa de Las gardenias, a pesar que tengo hijos ingenieros y libros de obras de famosos autores de literatura nadie tenia el hábito de leer y de interpretar lo que el alma reclama. En esta casa donde estoy actualmente, igual, más bien, soterradamente, me sugieren  que visite  un psicólogo o psiquiatra: Yo lo hago –me   dice mi hermana como dándome confianza- y no quiere decir que estoy loca, ¿porque no puedes ir tú?

 Se molestan al igual que ella, su familia, cuando estoy  encerrado en mi cuarto  y no comparto oír su vano ego o acudir a su  eterna y mediocre cháchara y confraternidad aldeana.

Sin duda,  el oficio de escribir es  ser incomprendido.

Diez años más / el viejo barbado /ensayo

Diría que me queda diez años, a lo más, de lucidez, el resto, negrura de los teñidos más oscuros, vegetar un poco más, aquí y el infinito manto oscuro que espera allá. Un hombre viejo no quiere invertir en un negocio nuevo, lo poco que tiene lo cuida con acedo  pertinaz –de ahí proviene lo que antes mirando a los viejos tacaños no entendía-con la consecuencia  que de invertir  pueda derivar desde fracasar estrepitosamente, otra vez, o ,a lo sumo trabajar para pagar  empleados,  gastos generales , contribuciones al gobierno local y al gobierno central,  o estar expuesto    contingencias imprevistas que un negocio  acarrea.
Ahora peor, estar comprobando como mi rodilla cada vez tiene menos maniobrabilidad . Lo que menos quiero es enredarme en la viña florida del encanto sujeta cuando uno ocupa el cargo de gerente o administrador, ya lo sé, nos lleva al desencanto. Muy fácil es enfrentarse a un protervo que quiere suplementos pero ante aquel o aquella empresaria que subliminal nos enreda y nos saca una firma en nuestro perjuicio es más difícil que nuestra conciencia –ora a punto de caducar- se de cuenta.
Hoy, de por si,  me da sueño en el medio día ¿Cómo podría mantener  un negocio a no ser que los mismos empleados  aprovechen tal para expender sin factura?
Lo cierto es que para un pusilánime como yo-dirá mi hermana- todos los pretextos están a la orden del día, en la punta de mis labios. Pero no me convence.  Quiero escribir. Por eso  trato  minimizar mis gastos de mi escaso fondo y éste sea para lo inevitable pero no quiero reabrir un negocio.
Y quiero escribir ahora porque si calzo estos diez años en ello tal vez
Mis hijos, nietos, perciban que he vivido, que hay mucho testimonio de vida
Y si esto que estoy haciendo ahora lo haría a partir de los setenta y cinco creo que ya no  tendría la lucidez   ni fuerza en el pulso para ello.
Así como voy sintiendo los estragos ahora estoy seguro mi salud va ser más deplorable después.

Lleno el día visitando centros culturales de Lima, son mayormente gratis, o llevo algunos cursos, también gratis o con poco costo. Así quiero aprender fotografía, pintura,  idiomas, ( adaptados los cursos para personas mayores) y asistir a charlas de diversos temas que las hay;  y  llegar a casa a escribir en mi blog  las peripecias del día. Lo importante es llenar el día.



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