lunes, 29 de febrero de 2016

La máscara


Me acuerdo de algo que había dicho Bruno: siempre es terrible ver a un hombre que se  cree absoluta y seguramente solo, pues hay en él algo trágico, quizá hasta de sagrado, y a la vez  de horrendo y vergonzoso. Siempre, decía Bruno, llevamos una máscara, que nunca es la misma sino  que cambia para cada uno de los lugares que tenemos asignado en la vida. La del profesor, la del amante, la del intelectual, la del héroe, la del hermano cariñoso. Pero ¡que máscara nos ponemos o qué máscara nos  queda cuando estamos en soledad,  cuando creemos que nadie, nadie, nos observa, nos controla, nos escucha, nos exige, nos suplica, nos intima o nos ataca? Acaso el carácter  sagrado de ese instante se deba a que el hombre está entonces frente a la Divinidad, o por lo menos ante su propia e implacable conciencia?


Ernesto Sabato del libro  La resistencia

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