jueves, 29 de agosto de 2013

La misa de Corpus


¿A dónde me has traído, hoy, mamá?
¿A la Iglesia Mayor del centro de Lima?
¿Pero, no contaste que la misa por Corpus
Iba ser en la plaza y no dentro de la Catedral?;
¡Mira, de arquería de santos la fachada  del pórtico,
La mesa de la Santa  Eucaristía en la explanada,
Y  de  Crucero  la calzada entre los jardines…!
El sol de la mañana  calienta  nuestras cabezas
que, buscamos sombra en el bosque de banderas.
Dosel portátil para el obispo que protege su investidura.
¡Como no! Algunos curas con sillas en el banquete celestial.

Le escucho arrobada a mi madre musitar:
“Quiero entrar a tu casa limpia, ordenada
 donde  pueda sentarme en paz, oh señor,
y divisar el jardín de la  Primavera Eterna,
 la purificación prometida…” 

 “El que come de este pan tendrá vida eterna” oigo al cura,
(Sin embargo, menosprecio, yo, el pan duro de mi mesa
¡Señor, este pan de panadería, hoy, pesa  20 gramos !
 Hinchado con bromato de potasio ¡No puede ser! reclamo)

“Bienaventurados los pobres de espíritu  porque de ellos
es el reino de los cielos..." oigo por el parlante                                                            
Palabras que me hace recordar mi casa vieja del cerro.
 Mi niñez, es recordar un poco el Hogar de Nazaret
Teníamos como puerta un cilindro grande de laton
Como ventana una frazada vieja
Engarzada a dos clavos en las esquinas
Sostenida en el alfeizar con dos ladrillos kin hong .
Pero,  era un hogar vivo de calor y amor.

¿A donde me has traído, hoy, mamá?
¿A la Iglesia Mayor del centro de Lima?
¿Pero no contaste que la misa por Corpus
Iba ser en la plaza y no dentro de la Catedral?
¡Mira, de arquería de santos  la fachada  de pórtico
La mesa de la Santa Eucaristía en la explanada
y de  Crucero  la calzada entre los jardines!

“Todo perdón exige un pecador, oigo al prelado,
Toda mesa simboliza la última cena
Necesita un traidor que no comulgue…”
¿En esta masiva eucaristía cuántos habrá? pregunto
doy  vuelta y miro: y el gentío es abrumador.
Dos monjas jovencitas cuchichean entre si,
una dama se postra de rodillas en el cemento,
dos para médicos con camilla y balón de oxigeno
auxilian a un anciano que se desvanece.
¡Como se les ocurre hacer  misa al descampado!

Entonces irrumpe por el parlante el coro:
¡QUÉ ALEGRÍA CUANDO ME DIJERON:
«VAMOS A LA CASA DEL SEÑOR»!
YA ESTÁN PISANDO NUESTROS PIES
TUS UMBRALES, JERUSALÉN...
“Bebe este nuevo cáliz –no  acaba la misa el obispo-
 Signo de la nueva alianza, la sangre del señor…”
  Y el corifeo al costado del altar                                                                                                        
“Ostia pura, ostia santa, ostia inmaculada
Siempre seas ostia alabada…”

-Mamá, no sientes calor? Le pregunto, por el gentío apretado.
-Tú sabes que el calor  abriga mis huesos, responde.
-Mamá no quieres echarte al jardín? ¿No  te cansas?
-¡No, el señor me sostiene!
Y como decía el prelado:
No me queda más que sufrir en paz.

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