Por el borde de la meseta cabalgo
Mis compañeros de armas y yo;
Hacemos un alto, y mientras
Ellos vanse abrevar las yeguas
Yo me arrimo al
precipicio
Y quedo
mirando la hoyada:
Almohadones de
nubes blancas, nacaradas
Arremolinan y
copan la gran fosa,
sé que hay dentro de él, estancias, corrales
y una aldehuela donde vive mi amada.
Solo se ve algunos picos de cerro en el cuenco
Y una hilada de aves que se lo traga las nubes.
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