miércoles, 21 de agosto de 2013

Al filo de la hoyada

                
Por el borde de la meseta cabalgo
Mis compañeros de armas y yo;
Hacemos un alto, y mientras
Ellos vanse abrevar las yeguas
 Yo me arrimo al precipicio
Y   quedo mirando la hoyada:
 Almohadones de nubes blancas, nacaradas
 Arremolinan y copan la gran fosa,
 sé que  hay dentro de él, estancias, corrales  
y una aldehuela donde vive mi amada.
Solo se ve  algunos picos de cerro en el cuenco

Y una hilada de aves que se lo traga  las  nubes.

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