Recostado a una tribuna de piedra, pasto y tierra
apisonada, cobijado en la falda de un
cerro estaba, mirando el campo un partido de fútbol, allá, en el pueblo de mi
padre. Otros como yo expectaban
, además, había embajadas folclóricas que se arreglaban para actuar en el
entretiempo Entonces decidí bajar porque vi a mi hermano reunido con sus amigos
atrás del arco
Ahora, mi preocupación era cómo bajar. La loma era
alta respecto al nivel del campo Decidí, por un flanco ; me encuentro con una
especie de pozo o cueva cuya
base es parte hueca por donde se ve la
luz penetrar por la boca inferior, e, incluso se ve el borde del grass del campo
deportivo Decido bajar la áspera cueva
Y he aquí que
al bajar oigo una hermosa melodía de
flauta, violín y acordeón aunado a una voz varonil cadenciosa y armoniosa.
Ayudado por la
luz de la abertura, con cuidado salto
los alerones interiores de la gruta y logro descender, casi, librado el
descenso.
Y la voz del canto acompañado del tambor, la flauta y
el acordeón me acompaña, esplendente aunado por el hueco de la gruta se oye ecualizada.
Luego, en la noche de ese mismo día, me encuentro con la embajada folclórica
en las gradas del atrio de la iglesia en
la plaza pueblo
Y a uno de ellos le comento que al bajar por la cueva
me pareció magnifica la interpretación
en el entretiempo y preguntaba por el tema de
esa bella canción y quien la
cantaba.
-Nosotros no hemos cantado ni una sola canción solo hicimos una representación teatral, me
respondió.
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