sábado, 8 de febrero de 2014

Mamá María

Mamá María vivía, mejor dicho, moría envuelto en un hatajo de tinieblas sus últimos días,  dónde solo podían asistir a sus recuerdos más no sus ojos.
El hijo de Mamá María llamado Elesván era un mèdico endocrino al que solo le bastò  hacer su vida en Madrid para ser considerado el orgullo familiar, aunque  poco se sabia de él, solo que estaba en Madrid.
Pero Mamá María tenía otro hijo, Tío Julio, octogenario que desvariaba
Siempre; recordaba  supuestas aventuras con una Miss Perú…Sus partidos de fùtbol con Garrincha en el estadio  Uma Collo…Sus charlas con el mismísimo Napoleón…
Habíamos  contratado una chica para que lo atendiera  pero  ésta  como las demás, lo trataba mal. Es que nadie podía soportarlo, su cuarto apestaba a caca.  Esta le cocinaba cualquier bodrio  y, luego, lo adormecía con pastillas para dormir.
Si me pongo en su lugar,  sería genial ser loco para no ver la realidad o para verla con otros ojos
La muerte nunca es buena es gélida y oscura.
En realidad, amo – a la muerte- Se que a lo largo de mi vida su presencia ha sido un estimulo vital. La muerte me seduce  ocultándome sus secretos Me dice Te estoy esperando,  yo la evito. Quiero conocerlo mejor pero solo hay una forma …                                                                                
(Extracto de Orlando Mazeyra Guillen)


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