viernes, 14 de febrero de 2014

El borrachín (una triste historia de amor)


 El borrachín ha caído por tercera vez, recién han reparado en él. La gente que compra en los almacenes,  dueños y empleados de éstas, algunos transeúntes pasan riéndose cuando lo ven tratando levantarse para luego caer; y a otros les da pena.
El borrachín  de talla un poco alto, decrépito, barbado se levanta otra vez, da unos pasos como si estuviera dibujando una S. Al menos no cae esta vez, se afirma  apoyándose en el poste de luz  se mantiene parado pero no erguido, un largo minuto El asunto es que sus cachivaches está en un talega  en el piso y la vez anterior por recogerlo le ganó el cuerpo y se cayó . Esta vez, un muchacho le ayudó con  la fardel y, aun mas, le puso sobre la espalda para abreviarle el trabajo al infortunado, el borrachín con su boca  aprieta la abertura de la talega mientras se ajusta la correa  del pantalón y ,en ese preciso momento, le da un acceso de tos,  abre la mandíbula y se le cae el atado y, por inercia,  cae de frente otra vez golpeándose  y cortándose con el filo de una piedra  la ceja, algunos tratan ayudarle, ya  no lo tratan de parar porque se cae, le recuestan sobre la base ancha inferior del poste del farol, la sangre después de manar un momento se detiene pero su cara es un sello ensangrentado.
Quiere volver a empinarse pero definitivamente  no puede, se echa en la vereda apoyando la nuca en el costal  esperando se le pase  la embriaguez y continuar recogiendo botellas de plástico. Tiene abierto los ojos,  mira uno de los establecimientos y luego al cielo que le parece indiferente a él, nubes  corredizas , causa de ráfagas de aire en la calle, lleva puesto un saco roído y una camisa percudida por la sangre y suciedad.
Todos los curiosos vuelven a sus tarea y se olvidan del borrachín, además no es el primero  ni será  el ultimo  chispo en el día que pasa, esa zona está infestada de cantinas que por lo general hay  ante un mercado de abastos grande y en cuyas calles aledañas como ésta hay también negocios de embalaje, acopio, agencias  ,expendio de mayor y diversos que le  da apariencia pujante y activa, sin embargo, hay  detalles desabridos  como el narrado.
La señora Solina a  la risa  de sus empleados había salido al frontis de su negocio y vio la ultima caída del borrachín, es dueña del mejor  negocio de la calle Cia Import. Export Soli-Mass. Le había causado risa, también, el borracho pero ahora estaba apurada en cuadrar sus cuentas en una planilla adosada  a un tablero que llevaba en la mano porque  ya iba cerrar su negocio,  tenía que encontrarse con su marido en el centro por un compromiso  notarial, justamente, uno de sus hijos había venido en el auto de la familia a recogerla y se había cuadrado frente al almacén. En ese momento, suena el timbre del celular, responde ella y se entera que está por llegar  un conteiner  de la aduana con fruta seca importada. Maldice en silencio aunque no es culpa del proveedor, aun es menos de las cuatro de la tarde, hora de recibir y se molesta consigo misma no haberles  advertido. En fin, pregunta,¿En cuántos minutos estarán en el almacen?, y por la línea  le dicen que está el camión frente a ella pero que  van dar la vuelta en U para cuadrar mejor el camión.  La señora Solina dice  a sus empleados, ¡Saquen ese borracho de la vereda, se va cuadrar el camión, rápido! Y se mete a la antesala de su establecimiento y ordena a su otro hijo que está en la oficina  forme  una cuadrilla de hombres para descargar lo más rápido.
La señora Solina,  manos en jarras calcula el tiempo que va demorar en descargar, piensa: Si el camión viene con sus propios estibadores, más los nuestros  entonces se podrá aligerar la descarga.  Por un momento quiere  dejar a sus hijos el negocio e irse en un taxi pero sus hijos son jóvenes, el que ha venido, el mayor, estudia arquitectura y no sabe nada del negocio y el otro el de la oficina aun tiene 22 años y es muy joven para quedarse con la responsabilidad de atender los estibadores que vienen de la aduana del Callao  para lo cual hay que ser  vivaz y rudos con ellos. ¡No ,me quedo! musita   Su marido, ya se había  ido a colocar transferencia de dinero  en un par de corredores  de acciones en la bolsa de valores de Lima.
Ensimismada, nota, el borracho no quiere salir  y el carro  está por llegar .Esta gente, reniega Solina refiriendo al borrachín,  debieran matarlos a todos,  dan mal aspecto a la ciudad ¿para qué están?¡ para dar pena, nada mas! Luego, recapacita,  asiste  los sábados  a una comunidad cristiana y no debería estar hablando así ¡Ay dios, dice, que estoy diciendo! Perdón, perdóname diosito Pero luego endereza su posición En realidad, esos borrachos son  escoria  ¿Que hacen? ¿Para qué sirven? ¡Quitan el pan de otros y son tantos…!
Uno de los empleados que trataba botar al borracho  llega a la señora y dice:
-Disculpe señora Solina
 -Si ¿qué pasa?
- ¿Usted se llama Alcidia Solina Portocarrero del Valle
-Si… Y en un segundo Solina se quedó sorprendida y perpleja por la revelación , a nadie haba confiado su  nombre Alcidia, nadie sabía ese nombre  excepto  su familia, además era su nombre de soltera
-Si, dijo tibiamente, ¿Por qué?
-El borracho dice que le conoce a usted.
-¿Qué? ¡Está loco! Yo no tengo ni un amigo menesteroso, espetó y se quedo extrañada cómo sabía su nombre…
Solina se acerca a paso vacilante y curiosa a la explanada, frente a su almacén. El borracho ahora  sentado sobre la orilla de la vereda, Solina le mira acuciosa sin descubrirle, gira en torno a él y le es difícil desenmascararle tras enmarañada barba, más aun, con la sangre coagulada en la ceja y cristalizada en el rostro, y tiene, además, la nariz algo torcida producto de una pelea o una caída anterior, no lo conoce y pregunta ¿Tú me conoces? El borracho no responde, menea la cabeza.     No es tan viejo, deduce, en la frente no tiene arrugas formadas, a lo más debe tener 58 o 60 años, entonces, Solina recala en su labios, a pesar de estar lastimado por ingerir el licor son finos y largos; entonces el borracho  suplica con la mirada y el humo de sus ojos y pide que no le acucie  más Y, Solina, al notar sus ojos, le dicen más Entonces el borracho pronunció: ¡Alci… Alci… Alcidia!
A Solina se le cayó el mundo. Era él, pronunció su nombre, era él. Se le cayó el tablero, el celular y las piernas le flaquearon En un segundo su memoria rebobinó hechos tan distantes: Era  aquel hombre que había sido su primer hombre, aquel  por quien estuvo a punto de suicidarse cuando le descubrió  con otra mujer, aquél que vislumbraba  un porvenir mejor y ella aun, en ese tiempo, no se consideraba digna mujer de él ¡Oh dios mío, no puede ser! Dijo y repitió   excitada varias veces Las piernas no le resistían y  se dejó vencer, se sentó a su lado, a la orilla de la vereda, fuera de sí, sumamente conmovida, lo abrazó,  mesó  su sucio cabello y gritaba: ¡Porqué, porqué! ¡Qué pasó! Llevó su cabeza a su regazo y puso la suya sobre él y desparramó tal llanto que lavó la sangre adherida de  él. 

Se dice  que los hijos de Solina no lo pudieron separar.

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