lunes, 17 de febrero de 2014

Don Pablo



El papá de Julia tenia una tienda en la plaza del pueblo  que competía con la otra , la tienda  de Clemente. Eran las únicas tiendas grandes y bien  abarrotadas  del pueblo que abastecía, incluso, a las tiendas pequeñas de los pueblos vecinos.  Clemente mandó a su hijo, Pablo, a estudiar en Lima en el colegio Guadalupe. Clemente era atacado  por su rival   y otros  poblanos de estar pactado con el diablo, que solía bajar a las doce de la noche al río a renovar los pactos con Satán quien le proveía la tanta fortuna  que tenía.
Cuando acudí al pueblo hace un año  regenteaba la tienda don Pablo que por referencia  deduzco   es mi  primo de tercer grado unidos por el nuestros bisabuelos, el mío, un tal Pedro Avíncola.  A pesar que Pablo tiene casi noventa años Mi padre me hablaba de él sin conocerlo aun.
Yo de joven, me cuenta don Pablo,  he tenido muchos oficios. He sido arriero, peluquero, dentista,  comerciante y he sido el primero que trajo un  cinematógrafo portátil al pueblo .Y lo llevaba a lomo de mula a todos los pueblos en fecha de festividad  hasta que una vez por exceso de peso el burro se desbarrancó  con todo el proyector y filmadora   y quedo inutilizado.
-¿ Y la señora que está en puerta, sentada,  tomando el sol  es su mamita? Pregunté. Se azoró.
-No, es mi mujer. ¡Caramba contigo sobrino!
Después me dijeron que ella era la tal  Julia, la hija de su contrincante cuya tienda ya no existe.  Solo quedó la de don Pablo.

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