El papá de Julia tenia una tienda en la plaza del pueblo que competía con la otra , la tienda de Clemente. Eran las únicas tiendas grandes y
bien abarrotadas del pueblo que abastecía, incluso, a las
tiendas pequeñas de los pueblos vecinos. Clemente mandó a su hijo, Pablo, a estudiar en
Lima en el colegio Guadalupe. Clemente era atacado por su rival y otros
poblanos de estar pactado con el diablo,
que solía bajar a las doce de la noche al río a renovar los pactos con Satán
quien le proveía la tanta fortuna que
tenía.
Cuando acudí al pueblo hace un año regenteaba la tienda don Pablo que por
referencia deduzco es mi primo de tercer grado unidos por el nuestros
bisabuelos, el mío, un tal Pedro Avíncola. A pesar que Pablo tiene casi noventa años Mi
padre me hablaba de él sin conocerlo aun.
Yo de joven, me cuenta don Pablo, he tenido muchos oficios. He sido arriero,
peluquero, dentista, comerciante y he
sido el primero que trajo un cinematógrafo
portátil al pueblo .Y lo llevaba a lomo de mula a todos los pueblos en fecha de
festividad hasta que una vez por exceso
de peso el burro se desbarrancó con todo
el proyector y filmadora y quedo inutilizado.
-¿ Y la señora que está en puerta, sentada, tomando el sol es su mamita? Pregunté. Se azoró.
-No, es mi mujer. ¡Caramba contigo sobrino!
Después me dijeron que ella era la tal Julia, la hija de su contrincante cuya tienda
ya no existe. Solo quedó la de don Pablo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario