Cuentan que a Amilcar un ola le agarró desprevenido
mientras atrapaba pejesapos
en camino a La Herradura, por El Salto del Fraile
lugar riscoso con pedregones
donde las olas del mar estuvo jugando con Amilcar
como se juega frontón contra el paredón
durante largos y penosos minutos y, luego, cansado de jugar
el mar se lo tragó.
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