Había ido a mi hermana a verla al cementerio,
Cementerio El Angel,
de vuelta, por la vereda de enfrente
buscaba un cafetín donde mitigar el hambre,
y todo eran bares,
tal vez, por ser sábado;
cuando reparé en una marquesina, rezaba:
"Aquí se está mejor que al frente", sonreí
y un anciano, sentado , cerca a la puerta
al percatarse de mi presencia
se tomó la libertad aconsejarme:
"¡No le crea -por el letrero- muchas copas de mas
le devuelven al otro lado, al sueño eterno!".
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