[Un
Mercado Municipal situado en La Victoria, Lima, verano 1963]
LA
BIENVENIDA
Mamá, igual que mi padre, antes vendía
en
basamentos del Mercado Central (1)
debajo
de los mostradores donde la
clientela
de los propietarios tropezaba
El
precario balay a cañamiza, y rodaba
la
escasa fruta por el suelo qué a veces
la
atención del carnicero entorpecía
y
aburrido de la errante la lanzaba
Llegó
un momento decidieron mis padres
comprar
o traspasar un puesto –impelía-
Y
no sufrir el mal humor de los dueños
Que
los botaran de un lado a otro lado
A
un Mercado Municipal llegaron un día
que
por suerte vieron aviso de traspaso
dieron
una vuelta los jirones interiores
Asintieron:
el mercado afluencia tenía
¡Hagamos
el traspaso antes que nos ganen!
Dijo
papá, y vaciaron caudal el mismo día
Qué,
hizo fulgurar los ojos al traspasador
Como
si se desprendiera de una rémora
Al
siguiente –día laborable- ¡desastre!
poca
gente excepto los domingos había
¡Primeras
remesas de frutas no vendían!
Comisuras
de labios abajo tendían
Decepción,
presto fueron a devolverlo
Pedir
su dinero en dirección consignada
Pero
aquel dijo a sorna: ¡Dinero… dinero…
lo
que es dinero ya no hay, a lo hecho poner pecho!
Contundente sopapo propina la vida
a
par de jóvenes que escalar algo pedía
Papá
con una camisa dril –no su medida-
El
estrecho de su gaznate más estrechaba
Ni
saliva podía pasar, solo aire seco
fantasma
con expresión humana parecía
Si
no cayó en angustia fue por mi mama
alentaba
esperanza de mejora un día
Tal
vez caminando a los trece años estaba
No
me decían nada pero cuenta me daba
En
esta primera página apreciar quería
Vecinos
de edad y mayores al tercer día
Nos
dieron aliento: ¡Un partido de fulbito!
Solo
para jugar ese pasaje servía.
__
(1) antiguo, que se
incendió a las 10 am del 29 de febrero
de 1964
(2) Estábamos ubicados en un pasaje transversal que había
muchos, en cambio los jirones había tres, a lo largo del mercado, en éstos
había negocio, en los pasajes nada o
casi nada.
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