El abuelo
Pobre mi abuelo, estaba mal
de la cabeza
En vez de tender la ropa en
el cordel
En los ganchos, hojas de papel colgaba
En cada hoja, una cita literaria de su nieto
Que al caer la tarde mientras
aun había luz,
Recostado al muro que da a la
calle, una a una, leía
Para que el transeúnte oyera
Leía con voz muy fuerte y gruesa
(Lo que había yo escrito por
la mañana, y él,
A hurtadillas, por la tarde, en mi ausencia, sacaba)
Algún paseante movía su dedo
índice sobre su sien
Y el abuelo le respondía con
feos aspavientos
¡Imbécil tú más bien abre tu seso al saber!, decía.
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