La
compositora musical Alma Schindler de Mahler conoce al pintor Oskar Kokoschka
en 1912, un año después de la muerte de Mahler con quién tuvo dos hijas.
A
lo largo de sus relaciones, Alma siempre tuvo la capacidad de hacer a lo hombres dependientes de su
fuerza. “Si usas la fuerza de su alma y la belleza de su cuerpo, serás la razón
de mi vida”, le escribe Kokoschka . Finalmente, Alma lo abandona pues se siente
abrumada por la energía del pintor. Volvería con el arquitecto Walter Gropius
para casarse con él. Luego se casaría con el escritor de origen checo Franz Werfel.
Finalmente se iría a vivir a Los Ángeles donde incordió a Thomas Mann. Pero esa es otra historia.
Kokoschka
en cambio no se resigna. En 1918 encarga al famoso fabricante de Munich
Hermione Moss una muñeca de tamaño natural que se parecía a su amada. Cuando recibe el encargo, de pelo
castaño y largo, lo sienta en su sala. Con frecuencia hace reuniones con sus
amigos y les presenta a la muñeca en un sofá, como la dueña de casa. Es Alma,
la novia del viento
Finalmente,
decide acabar son su obsesión. Hace una gran fiesta de despedida para la muñeca.
Esa noche la lleva al jardín y la decapita.
Kokoschka
vivirá muchos años más. Hasta 1980. Pero
no se libraría de Alma. El viento sigue aprisionado y corre en su pintura
Alonso Cueto
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