La
ingenua creencia -Carlo Marx- en que la
historia es lineal, en que el progreso
moral acompaña al progreso técnico, es una forma de ilusión colectiva.
Paraliza nuestra capacidad para actuar en forma radical y nos apacigua con un
falso sentido de seguridad…
Solo
quienes aceptan la posibilidad muy real
de la distopía (1), del auge de un despiadado totalitarismo corporativo, reforzado por el aparato de seguridad y
vigilancia más terrorífico de la historia
humana, podrá llevar a cabo el sacrificio necesario para la sublevación…
Los
avances científicos y tecnológicos, más que representar un indicador de progreso podría ser un arma terrible en
manos del capitalismo contra el Trabajo y el Pensamiento: el hacha derriba y nadie vuelve a plantar. No hay
preocupación por la mala salud del futuro
La
humanidad no es algo inmóvil. Avanza o retrocede. Su marcha conduce a la
igualdad. Su marcha regresiva llega hasta
la esclavitud humana
No
hay que dar por sentado que el progreso es algo garantizado que la humanidad no
puede ir hacia atrás
La
historia tiene largos periodos de esterilidad cultural y presión brutal, por ejemplo,
la caída del imperio romano causó miseria
por todo Europa durante la edad media más o menos hasta el siglo XIII … Y no
veo nada que puede impedir la aparición de una nueva edad media si no abolimos
ese estado corporativo.
Las
élites de poder y sus cortesanos en la prensa y el mundo académico dictan siempre a la torpe historia
de la raza humana el significado y coherencia de los que carece. Necesitan
elaborar mitos nacionales para ocultar la avaricia, violencia y estupidez que caracteriza el devenir de la mayoría de las sociedades humanas.
La
sabiduría no es conocimiento. El conocimiento se ocupa de lo particular y de lo
real. El conocimiento es el domino de la ciencia y la tecnología. La sabiduría aborda lo trascendente.
La sabiduría nos permite ver y aceptar
la realidad, no importa lo desalentadora que pueda ser. Solo a través de la
sabiduría podemos enfrentarnos con el desorden y lo absurdo de la vida. La sabiduría,
al ver lo que hay detrás de la fachada, es una amenaza para el poder. Expone las
mentiras y las ideologías utilizadas por el poder para mantener sus privilegios
y su distorsionada ideología de progreso.
Los
poderosos han manipulado siempre la realidad y creado ideologías definidas como
progreso para justificar sistemas de explotación. Los monarcas y las autoridades religiosas, así lo hicieron durante la edad medial igual lo
hacen actualmente los sumos sacerdote de la modernidad. Tecnócratas, académicos,
científicos, políticos, periodistas y economistas. Deforma la realidad. Impulsa
el mito de la predestinada inevitabilidad y de la racionalidad pura. Pero ese conocimiento
–que domina nuestras universidades - va contra el pensamiento. Excluye todas
las alternativas. Se utiliza para poner fin al debate. Se diseña para dotar de
una capa de discurso racional a las fuerza de la ciencia o del libre mercado o de la globalización, para persuadirnos
de que pongamos nuestra fe en esas
fuerzas y les confiemos nuestro destino. Esas fuerzas, no aseguran los expertos,
son tan inalterables como la naturaleza. Nos hará avanzar. Cuestionar es herejía.
(Artículo
de Chris Hedges sobre el pensamiento de Louis-Auguste
Blanqui/Hild.
254)
(1) Una
distopía es una antiutopía. Aunque la palabra distopía no está
registrada en el diccionario de la Real Academia Española, es de uso corriente
en la literatura universal. En contraposición al concepto de utopía, una distopía
es una sociedad, o un escenario, indeseable en sí mismo.
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