lunes, 15 de junio de 2015

Louis-Auguste Blanqui



La ingenua creencia -Carlo Marx-   en que la historia es lineal, en que el progreso  moral acompaña al progreso técnico, es una forma de ilusión colectiva. Paraliza nuestra capacidad para actuar en forma radical y nos apacigua con un falso sentido de seguridad…
Solo quienes  aceptan la posibilidad muy real de la distopía (1), del auge de un despiadado totalitarismo corporativo,  reforzado por el aparato de seguridad y vigilancia más terrorífico  de la historia humana, podrá llevar a cabo el sacrificio necesario para la sublevación…
Los avances científicos y tecnológicos, más que representar un indicador  de progreso podría ser un arma terrible en manos del capitalismo contra el Trabajo y el Pensamiento: el hacha  derriba y nadie vuelve a plantar. No hay preocupación por la mala salud del futuro
La humanidad no es algo inmóvil. Avanza o retrocede. Su marcha conduce a la igualdad. Su marcha regresiva  llega hasta la esclavitud humana
No hay que dar por sentado que el progreso es algo garantizado que la humanidad no puede ir hacia atrás
La historia tiene largos periodos de esterilidad cultural y presión brutal, por ejemplo,  la caída del imperio romano causó miseria por todo Europa durante la edad media más o menos hasta el siglo XIII … Y no veo nada que puede impedir la aparición de una nueva edad media si no abolimos ese estado corporativo.
Las élites de poder y sus cortesanos en la prensa y el  mundo académico dictan siempre a la torpe historia de la raza humana el significado y coherencia de los que carece. Necesitan elaborar mitos nacionales para ocultar la avaricia, violencia y estupidez  que caracteriza el devenir  de la mayoría de las sociedades humanas.
La sabiduría no es conocimiento. El conocimiento se ocupa de lo particular y de lo real. El conocimiento es el domino de la ciencia  y la tecnología. La sabiduría aborda lo trascendente. La sabiduría  nos permite ver y aceptar la realidad, no importa lo desalentadora que pueda ser. Solo a través de la sabiduría podemos enfrentarnos con el desorden y lo absurdo de la vida. La sabiduría, al ver lo que hay detrás de la fachada, es una amenaza para el poder. Expone las mentiras y las ideologías utilizadas por el poder para mantener sus privilegios y su distorsionada ideología de progreso.
Los poderosos han manipulado siempre la realidad y creado ideologías definidas como progreso para justificar sistemas de explotación.  Los monarcas y las autoridades religiosas,  así lo hicieron durante la edad medial igual lo hacen actualmente los sumos sacerdote de la modernidad. Tecnócratas, académicos, científicos, políticos, periodistas y economistas. Deforma la realidad. Impulsa el mito de la predestinada inevitabilidad y de la racionalidad pura. Pero ese conocimiento –que domina nuestras universidades - va contra el pensamiento. Excluye todas las alternativas. Se utiliza para poner fin al debate. Se diseña para dotar de una capa de discurso racional a las fuerza de la ciencia o  del  libre mercado o de la globalización, para persuadirnos de que pongamos nuestra fe en esas fuerzas y les confiemos nuestro destino. Esas fuerzas, no aseguran los expertos, son tan inalterables como la naturaleza. Nos hará avanzar. Cuestionar es herejía.   

(Artículo de Chris Hedges sobre el pensamiento de Louis-Auguste
Blanqui/Hild. 254)

(1) Una distopía es una antiutopía. Aunque la palabra distopía no está registrada en el diccionario de la Real Academia Española, es de uso corriente en la literatura universal. En contraposición al concepto de utopía, una distopía es una sociedad, o un escenario, indeseable en sí mismo.

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