martes, 13 de diciembre de 2011

La profesora Karelia

Se llamaba Karina,  una mujer de tez blanca
ojos verdes, regular estatura, bondad suficiente
para hacer de su vida algo encomiable
Pero no fue así, al menos, así me pareció
Fue una tardía Educadora de Primaria
en sus horas libres cachueleaba
haciendo tramites diversos a  vecinos locatarios
donde antes ella vivía y la conocían
En una canasta roída
llevaba las pruebas a corregir de sus alumnos
y lo hacía viajando en el micro
o donde  quepaba  tiempo y espacio
Decía las cosa sin ambages, ahora,
Tenía tres hermanas y las tres  parecida suerte
Una había viajado a Estados Unidos
se había casado con un moreno cubano
por la visa de estadía perenne
y de mutuo acuerdo se separaron,
"Sobrevive en diferentes estados-decía-
haciendo lo que le pedían...;
La menor -continuaba- se prostituye
exprime a un cambista de moneda extranjera
(lo decía sin miramiento , repito)
con tal que le alcance para el diario"
Por una foto las vi a las tres juntas
parecidas figuras, parecido sino
¿Porque la suerte fue esquiva  con ellas?
me preguntaba mientras le mandaba pagar
los recibos del alquiler a La Arrendataria
Tal vez, la respuesta estaba en su padre
-me lo contó otra vez- Retirado policía
 a los ojos de la niñas, cuando lo eran,
abusaba a golpes a su madre, porque ésta
 le imprecaba continuas infidelidades
La conocí joven a Karelia, cuando una ves
vino con su madre que era mi cliente
Vino Karelia, toda ella, remilgada, creída
También parecía aturdida por compartir
saludo a los vecinos que evitaba la relación
Por la separación de sus padres se inclino ir
con su madre a la selva de Madre de Dios
abandonando un promisorio trabajo bancario
que hacia poco había empezado.
Volvió después de muchos años,
doce o quince años, no sé exacto
-tampoco me animo mucho a escudriñar-
Volvió para tomar una plaza en el magisterio
Se le habia bajado el humo de grandeza
pero volvió campechana, vivaz, me dijo:
¿Te acuerdas que éramos casi enamorados?
Me sorprendió oírla porque nunca lo fuimos
Ni se me pasó por la cabeza, era presuntuosa
Por pura cortesía no la objeté
¿Estas casado? me preguntó varias veces
Varias veces  recalqué , si, y tenía dos hijos
Aun así, amigos nos hicimos mas que complacerla 
por ayudar a su madre a quien ella velaba
por la cual le daba pequeños recados y le abonaba,
y en los entretiempos, conversábamos
la problemática de ser Maestra en el país
las necesidades de una escuela en los conos
Casualmente la recuerdo en esta fecha
porque a su iniciativa salíamos a comprar
juguetes para los hombrecitos y mujercitas
que ella regalaba en la clausura de la escuela
No tenía hijos pero amaba a los niños
-¿Desapruebas a tus alumnos? le pregunté una vez
- No lo repruebo, tengo temor que lo abandone,
lo que hago es ir a su casa, ver sus  problemas
hablar mucho con su madre, hacerme su amiga
y para el próximo año apoyar más al niño

A media edad, la notaba medio traumada
-tiempo del terrorismo, inicio de los noventa-
Se desubicaba ante  preguntas por su soltería
Decía que no había  hombre que la mereciera
y recompensarla por concervar su virginidad
Recuerdo, cuando volvió Karelia de un trabajo
al ver la hora que pasaba las cinco de la tarde
se puso nerviosa, le dio pánico, sin fingimiento,
dejo todo y se fue aprisa diciendo:
-No vaya ser que la noche me caiga en la calle,
los terrucos abusen de mi y acaben mi virginidad.

( Por ésta pequeña Historia Mínima, doyme cuenta
que es muy común en una familia disfuncional
un hijo o una hija queda enclaustrado, roto su destino
por no desproteger a la madre abandonada,
tal ocurre con una prima que contaré en otra oportunidad)

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