¡Qué miércoles que me ponga mal!
-el doctor me lo prohibió-
pero no voy a dejar mi cafecito:
Tomar, cohibar de vapor y café
que nace a media taza
y penetra la ventana del alma
¡Què miércoles que me ponga mal!
-el doctor no lo puede saber-
pero no voy a dejar mi cafecito
Para mí, es, rutina harto beneplácita:
esperar la tarde se tiña en ámbar
caminar la vereda de las seis cuadras
ver las niñas instalar la net
para que jueguen voley un rato
y las vecinas comadres sentarse
haciendo fila en el sardinel
cuchicheando la jornada, casi ida.
¡Qué miércoles me ponga mal!
-el doctor no lo puede saber-
Llegar a la esquina bulliciosa
al Café del larguirucho Alfredo
Sentado, yo, bajo toldera de color
adivinando ajetreo que lleva la gente,
mientras, tomo a sorbos el café caracolillo
Conversar con algún desconocido
con quien pueda hablar sin reparo
(el café debe ser caliente como el infierno
negro como el carbón -le comentaría-
y aromático como una casta jovencita)
¡Qué miércoles que me ponga mal!
-el doctor me lo prohibió-
¡Ah, grano de los dioses blancos !
que los indios centroamericanos
pensaron les daba poder sobrenataural!
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