La familia Isla, cada treinta días al sur viaja
Se apean del interprovincial que sigue de largo
en la curva de la peña donde sopla harto el viento
donde la arena en tifoncitos va revoleando
Como si este viento, así, les reprendiera:
"¿Por qué vienen ustedes otra vez? ¿No saben,
les puedo sepultar con una avalancha de arena?
¿O, hacerles caer hacia el fondo del acantilado?"
Dos hijos de la familia y un amigo murieron
en un accidente de tránsito en día nubloso
colisionó su auto a un camión y cayó al vacío
Volvían de la fiesta de la Virgen de Chapi
Han llevado, esta vez, un toldo de armado rápido
donde los niños se protegen del fuerte sol
También, ricas viandas, refresco, cerveza
hasta un monaguillo para una misa y su crisol
Los dolientes repintan la fecha aciaga en la cruz
que fuerza despintarla la bruma del litoral
Empastan con cemento blanco (que han traído)
la rejilla forjada de la urna al borde del talud
Las mujeres apisonan el escaso contorno
la circundan con macetas de flores varias
veneran el día de los muertos de las vidas idas
Lloran, cantan, meriendan y toman harto vino
A los pasajeros que viajan por la Panamericana Sur
les parece un lugar agreste para acampar
pero los conductores saben la triste historia
la cuentan y para no dormirse la aderezan.
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