sábado, 5 de noviembre de 2011

Agallas

Donairo Portugal, el joven mas apuesto de la oficina
el que destacaba en proyectos y diseños de factibilidad.
ojos ajenos en la oficina, quedaban celosos de su bondad
Veían, además, acaparar los de ella, Divina Gracia,
la hija del dueño que asesoraba la gerencia
Donairo  había quebrado ínfulas a cuanta joven tropezó
en cuanto trabajo, antes. frecuentó
Consiente de su calidad profesional
y la apostura de ser bien parecido
Divina Gracia no sería la excepción
Hasta que una tarde ella  le atajó e imploró:
"Mi padre te invita a mi casa es su cumpleaños
y me pidió te hiciera partícipe"

La mesa larga rectangular, fina madera, esperaba
Sillas labradas con la insignia de la casa
La cabecera del comedor daba a otro ambiente
donde  padre y otros invitados aguardaban
Cruzó la mampara, cortina de terciopelo,
traídas -oyó comentar- desde Venecia
Vitrinas a tres niveles, vajilla porcelana china
Colgado a la pared caravista, cuadros al oleo
de loa ancestros de Divina Gracia
El escudo de armas en lugar preferencial
Una lámpara tiffany colgaba del techo
Copas labrada en bohemia, cubiertos de plata

El humo altivo de Donairo pronto se disipó,
por un momento, de la mesa quiso escapar
No era su modus vivendi tal ostentaciòn
Evoco: la mesa de su casa una pata cojeaba
y los platos desiguales  que su madre tendía
Quiso  un momento fugar y deprimirse lejos
pero, mirándola, recuperò la compostura
No quería seguir perdiendo más el tiempo
en airear faldas de poco durar y valer
Ante la opulencia hendió la suya al honor
A pesar que la tenia rendida, aun no había
dicho nada respecto a un compromiso
Quiso hacerlo delante de todos
el coraje  necesitaba en ese momento
todo su porvenir dependía de su aplomo:
Decidió pedir la mano de Divina Gracia.

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