Tomo un papel blanco, la pluma y ,sentado, espero la torrente de pensamientos que no demora mucho en sacudir la savia.
Pero si no llega, pienso, será que estoy tranquilo y nada me aqueja No insisto escribir Me levanto y me voy a la sala a ver teve con mis hijos
El temor de no ser sincero conmigo mismo ya lo superé Cuento:
Había pasado por ello, introducía en mi casa algo que me había pasado afuera y no podía traspasar al papel porque ese alguien aun estaba presente en el lindero de la expectativa, y , tener que poner un nombre diferente al verdadero, sufría, terminar la página ¡qué difícil entrever sentimientos con un título falso inventado como cabecera de mi aflicción
En cambio, si colocaba su nombre verdadero la pluma fluía como un pájaro se entrega a la corriente Pero temía, el peligro de ser sorprendido acechaba
Pero esos temores ya lo superé Ahora puede entregarme poniendo cualquier nombre.
Otro freno era escribir en tercera persona cuando más fácil era hacerlo en primera Después, me convencí que porfiar cualquier estilo era mejor a no hacer nada.
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