Hay una mujer
que tiene algo de Dios
por la inmensidad de su amor,
y mucho de ángel
por la incansable solicitud de sus cuidados.
Hay una mujer
que siendo joven
tiene la reflexión de una anciana
y en la vejez trabaja con el vigor de la juventud
Una mujer
que siendo pobre se satisface con la felicidad de los que ama
y siendo rica daría con gusto su tesoro por no sufrir en su corazón
las heridas de la ingratitud
Una mujer
que siendo vigorosa se estremece en el vagido de un niño
y siendo débil se reviste, a veces, con la bravura de un león
Una mujer
que mientras vive sola no la sabemos estimar
porque a su lado todos los dolores se olvidan
pero después de muerta daríamos todo lo que tenemos por verla,
de nuevo, un solo instante por recibir de ella un solo abrazo
por escuchar un acento de sus labios
De esta mujer,
no me exijan el nombre sino quieren que empape con lágrimas su álbum.
Pero yo la vi pasar en mi camino
Autor: Ramón Angel Jara, Obispo chileno
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