viernes, 6 de julio de 2018

SOLINA XXVI


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XXVI

Con Solina había viajado por el mundo
Pero no al oriente de su propio país
Quiso un poco andar antes de volver
Donde nunca sus pies habían pisado

-Volver  solo,  ¡qué tal la fregada!-
Todo supuso menos, eso, deparado

O tal vez donde morir iba en busca
Porque el mundo volteado le había
A pesar, la ceja de selva peruana
Es de un color variopinto y vivo
Le parecía a Risser un tono bajo
Todo a penumbra a castaña molida

Do si estuviera en una nube podía ver
Despeñados ríos iniciaban  tomar cuerpo
Para perderse haciendo eses en el fondo
Por intuición buscaban el río mayor
Y éste buscaba donde estaba el mar

Risser buscaba el habitué de las pirañas
a que lo cuadriculen a mínima expresión
¿Venir de lejos para hacerse pedacitos?
No era de su gracia, si quería morirse
Morir entero con un ataque al corazón
¿O colgarse de un árbol?  Tampoco le sabía:
Habiendo miles pasaría desapercibido

A pesar, la vista empañaba el paisaje
Acuarela a todos los verdes, y los pájaros
Acompañaban la mañana con su canto

Anduvo dos kilómetros fuera de la ciudad
No una posada sino un perenne para irse
Halló unas  cabañas estilo europeo tirolés
En la frondosidad de la quebrada
Miradores -contemplación a ensueño-

Oía murmurar los saltos del agua
No estaba lejos pero no veía solo oía
Un molino de madera diablo fuerte;
Al fondo sobre una senda de flores
Un funicular acerado para dos personas
Y de a poco, lo que quería iba olvidando

Las casas mayormente  a madera buena
Teniendo a mano miscelánea de troncos
Ciprés cedro tornillo hasta el chontaquire
¿Por qué no es de animarse radicar aquí?

Por eso tienen la primera planta alzada
Sobre el nivel del suelo gruesos pilotes
Impidiendo la crecida inunde la casa,
O los insectos y bichos la invadan         

Al regresar a la ciudad,  tarde, quería
con Solina estar en ese mercado , cuyo
techo a calamina todo el perímetro cubría

Por el poniente cortina alfombrada, y por la otra
un cielo celeste con sus nubes blancas
que tornarán a gris oscura, y nada raro sería
suave día irrumpa ímpetu aguacero qué
hará cantar las calaminas como timbalera

De colofón, sobre la nave de una iglesia
-diseño austro prusiana- un arco iris
como  halo divino que le decía a Risser
se olvidara por su bien de ideas grises
porque a pesar de todo la vida es bella
 
 Preguntando podría dar con la casa del
Señor Portocarrero, ingeniero forestal
suficiente dato en una pequeña ciudad

-podría-, pero de esa forma no quería.
_
jrosual

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