Taxeaba por la provincia
constitucional del callao. Una muchacha le detiene:
-¿Por
cuánto me lleva al muelle?
-Por
quince
-Tengo
diez
El
taxista la ve, es joven, delgada, un poco pálida. Viste falda floreada, jersey negro antiguo. Va
oscurecer, está sola, la pueden robar
–piensa-
y
como hacerle un servicio, acepta.
-Exactamente
a ¿dónde vas? pregunta
-Al
muelle Farmayola
En
el trayecto la chica habla de series y programas antiguos, de la década del
setenta, por ejemplo, el programa de concursos de Pablo de Madalengoitia, le pareció
extraño porque ella era joven.
Antes
de llegar al muelle le detuvo
-Baja
aquí, dijo y salió del auto
La
zona estaba oscura. Había corte de suministro en la zona. Pero el taxista
conocía el lugar. Muchas veces pasaba por allí dejando y recogiendo pasajeros del muelle.
-Págame,
le dijo
-Espéreme
un momento, por favor, dijo la muchacha, giró y tocó la puerta de un kiosko cerrado en la vereda pública (Kiosko que suelen vender golosinas, refrescos, o periódicos en las esquinas)
Salió
un hombre de apariencia matonesca: ¿Qué pasa?, dijo Y ambos miraron al taxista.
-¿Cuánto
es?, le preguntó
- Diez
Sacó del jean un billete de diez y le entregó,
y se metieron al kiosko.
Al
maniobrar el carro, da la culata contra el sardinel y la derrumba. Eso ve
cuando se apea y ve el estropicio. Revisa
el parachoque un momento y se va del
lugar. Cuando llega a su casa no tenía
el billete de diez a pesar que lo buscó detenidamente
Regreso
al amanecer al lugar antes que clareara el día, pensando se le había caído al
apearse.
¡Y no había el kiosko!
Había
ya descampado la mañana. No podía confundirse, al frente, estaba el muelle. Pero estaba el sardinel derruido. Estuvo
pensando ¿qué hubo pasado?
Pregunto
sobre el kiosko y la muchacha que moraba en él a una viejita que barría el
frontis de su casa. Ésta le queda
mirando un rato, estupefacta,
Luego
reacciona y le dice, a la vez que sigue barriendo:
-No
es la primera vez que la aparecida le
hace bromitas a los taxistas
-¡Pero
yo la traje, señora!, se exalta el taxista ¡Fíjese, allí está la prueba!
Anoche
colapsé el sardinel al querer dar la vuelta mi auto…
-Pero,
por qué se molesta conmigo. Yo solo le cuento lo que aquí se sabe
Luego,
más calmado le explica: Efectivamente
había un kiosko pero hace mucho tiempo. Mataron a una chica en el 79. Sé,
porque el 80 se fue mi hijo a los Estados Unidos…
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