miércoles, 20 de mayo de 2015

Trilce




  La obra pasó casi inadvertida, cuando no incomprendida y aun vilipendiada. Luis Alberto Sánchez, recordando esos días, escribió:

    «Trilce fue una isla incógnita y repudiada. Orrego y yo nos hicimos el hara-kiri crítico al amparar eso que los "viejos" llamaban, irritados, "disparate", y los jóvenes "pose"»

«...cuando salió este libro no hubo para él más comentario que el prólogo de Orrego y un comentario mío. Los demás, ¡silencio!».

Sin embargo, el aludido comentario que en su momento hizo Sánchez fue, más que de halago, de “incomprensión”:

    «Y he aquí, ahora, a un poeta brujo. A un poeta con cuyo libro lucho en vano, pues cada línea me desorienta más, cada página aumenta mi asombro. ¿Por qué ha escrito Trilce, Vallejo?».

El mismo Vallejo comentó al respecto, en carta enviada a Orrego y citada por su amigo José Carlos Mariátegui:

    «El libro ha nacido en el mayor vacío. Soy responsable de él. Asumo toda la responsabilidad de su estética. Hoy, y más que nunca quizás, siento gravitar sobre mí una hasta ahora desconocida obligación sacratísima, de hombre y de artista: ¡la de ser libre! Si no he de ser hoy libre, no lo seré jamás. Siento que gana el arco de mi frente con su más imperativa curva de heroicidad. Me doy en la forma más libre que puedo y ésta es mi mayor cosecha artística. ¡Dios sabe hasta dónde es cierta y verdadera mi libertad! ¡Dios sabe cuánto he sufrido para que el ritmo no traspasara esa libertad y cayera en libertinaje! ¡Dios sabe hasta qué bordes espeluznantes me he asomado, colmado de miedo, temeroso de que todo se vaya a morir a fondo para que mi pobre ánima viva!».

Origen del nombre Trilce

Juan Espejo Asturrizaga, biógrafo de la etapa peruana del poeta, cuenta que originalmente Vallejo tituló el libro como Cráneos de bronce y lo firmó con el seudónimo de César Perú, pero sus amigos, entre burlas y críticas, lo convencieron de que lo modificara. Sin embargo, ya habían sido impresas las tres primeras páginas del libro y el impresor avisó que la reposición de las hojas -con los cambios- costaría tres libras más (treinta soles de oro, moneda peruana de entonces). Esto preocupó a Vallejo hasta el punto de que

    «Por varias veces repitió tres, tres, tres, con esa insistencia que tenía en repetir palabras y deformarlas, tressss, trissss, triesss, triesss, tril, trilssss. Se le trabó la lengua y en el ceceo salió trilsssce… ¿trilce?, ¿trilce? Se quedó unos instantes en suspenso para luego exclamar: "Bueno, llevará mi nombre, pero el libro se llamará Trilce". Ésta es la versión auténtica, relatada por Crisólogo, Xandóval y algún amigo que estuvo presente una noche que se recordaba, delante de César, los incidentes de la publicación e impresión del libro».”

De Wikepedia

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