«Trilce fue una isla incógnita y repudiada.
Orrego y yo nos hicimos el hara-kiri crítico al amparar eso que los
"viejos" llamaban, irritados, "disparate", y los jóvenes
"pose"»
«...cuando
salió este libro no hubo para él más comentario que el prólogo de Orrego y un
comentario mío. Los demás, ¡silencio!».
Sin
embargo, el aludido comentario que en su momento hizo Sánchez fue, más que de
halago, de “incomprensión”:
«Y he aquí, ahora, a un poeta brujo. A un
poeta con cuyo libro lucho en vano, pues cada línea me desorienta más, cada
página aumenta mi asombro. ¿Por qué ha escrito Trilce, Vallejo?».
El
mismo Vallejo comentó al respecto, en carta enviada a Orrego y citada por su
amigo José Carlos Mariátegui:
«El libro ha nacido en el mayor vacío. Soy
responsable de él. Asumo toda la responsabilidad de su estética. Hoy, y más que
nunca quizás, siento gravitar sobre mí una hasta ahora desconocida obligación
sacratísima, de hombre y de artista: ¡la de ser libre! Si no he de ser hoy
libre, no lo seré jamás. Siento que gana el arco de mi frente con su más
imperativa curva de heroicidad. Me doy en la forma más libre que puedo y ésta
es mi mayor cosecha artística. ¡Dios sabe hasta dónde es cierta y verdadera mi
libertad! ¡Dios sabe cuánto he sufrido para que el ritmo no traspasara esa
libertad y cayera en libertinaje! ¡Dios sabe hasta qué bordes espeluznantes me
he asomado, colmado de miedo, temeroso de que todo se vaya a morir a fondo para
que mi pobre ánima viva!».
Origen
del nombre Trilce
Juan
Espejo Asturrizaga, biógrafo de la etapa peruana del poeta, cuenta que
originalmente Vallejo tituló el libro como Cráneos de bronce y lo firmó con el
seudónimo de César Perú, pero sus amigos, entre burlas y críticas, lo
convencieron de que lo modificara. Sin embargo, ya habían sido impresas las
tres primeras páginas del libro y el impresor avisó que la reposición de las
hojas -con los cambios- costaría tres libras más (treinta soles de oro, moneda
peruana de entonces). Esto preocupó a Vallejo hasta el punto de que
«Por varias veces repitió tres, tres, tres,
con esa insistencia que tenía en repetir palabras y deformarlas, tressss,
trissss, triesss, triesss, tril, trilssss. Se le trabó la lengua y en el ceceo
salió trilsssce… ¿trilce?, ¿trilce? Se quedó unos instantes en suspenso para
luego exclamar: "Bueno, llevará mi nombre, pero el libro se llamará Trilce". Ésta es la versión
auténtica, relatada por Crisólogo, Xandóval y algún amigo que estuvo presente
una noche que se recordaba, delante de César, los incidentes de la publicación
e impresión del libro».”
De
Wikepedia
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