sábado, 9 de mayo de 2015

Las brujas de Salem y el Ergot




 …La droga más popular era la dietilamida de acido lisérgico (LSD) o ácido, que fue descubierto (1943) por casualidad por el químico suizo Albert Hoffman (1906-2008) mientras estudiaba los alcaloides producidos por el cornezuelo del centeno. La fácil preparación y manipuleo la hizo una droga muy accesible a la juventud.
La doctora Caporael descubrió que la dieta de los habitantes de Salem en el siglo XVII consistía básicamente en gramíneas como la cebada y el centeno. Estos granos son afectados por un hongo llamado Ergot. Se presenta cuando los cultivos están localizados en zonas pantanosas y suceden episodios de excesivas lluvias y calor abrazante antes de la cosecha. El ergot contiene un alcaloide llamado ergotamina que tiene efectos similares al LSD, pero además es un vasoconstrictor. Es así que personas y animales que consumían granos contaminados tenía un viaje
Pero también experimentaban el hormigueo    en el cuerpo, síntoma de carencias circulatorias en el nivel cerebral.
Con la ayuda de los historiadores la doctora  Caporael ha establecido una correlación directa entre el régimen alimenticio y la cacería de brujas  en Europa y Norteamérica.
 Se han registrado cerca de 40,000 ejecuciones por brujería desde el Medievo hasta el siglo XVII. La histeria colectiva era aplacada con la ejecución de personas que, por una u otra razón, no se comportaban como el promedio de la población (la acusación casi siempre ocultaba algún  rencor particular)
 La mayoría de los ajusticiados eran mujeres puesto que desde el relato del Génesis se sabe de sus tratos con el diablo
En el verano de 1951, en el poblado francés Point St. Esprit, Provence, cerca de 20 personas murieron al consumir pan de centeno. El cura local sacó varias  imágenes  en procesión y el pueblo empezó a perseguir a los sospechosos    Felizmente las autoridades descubrieron el origen del mal: era una panadería local que había utilizado insumos contaminados. Nadie fue ejecutado pero afloraron rencillas particulares.

Miguel E. Santillana




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