La
maricultura que se realiza en estas cinco hectáreas de mar (de Pisco) empezó
hace 33 años, cuando se dieron varias concesiones. En abril de cada año se
siembran 30.000 manojos de abanico, que
vendrían a ser casi tres millones de semillas. Se dividen en embarcaciones , cada una tiene
un zona para realizar el sembrado. Las
conchas demoran once meses en crecer, momento en que han alcanzado un tamaño
optimo para ser consumidas.
Pero
es necesario revisar su estado permanentemente ya que los pulpos y cangrejos,
los enemigos naturales de las conchas, abundad en la zona. Pero, lo que también
pone en peligro es su crecimiento, son las lechugas marinas, más conocidas como
yuyos. Estas algas se colocan encima de las conchas y dificultan su desarrollo.
Para
la cosecha se necesita quince embarcaciones, con tres buzos cada una. El trabajo se hace en
un día, desde las seis de la mañana hasta las dos de la tarde. Los buzos se
sumergen cinco metros y llenan de 100 a 200 mallas de conchas (sacan un promedio
de 40 mil) el 70% de ellas se trasladan a plantas de tratamiento para ser
exportadas, mayormente a Francia. Solo a este grupo de mariscos que
ingresan al mercado de la unión europea
se les realiza un monitoreo semanal llamado bio ensayo. Es un experimento
llevado a cabo con ratones, que se le inyecta un extracto de mariscos. Los animales
responden ala presencia o ausencia de elementos tóxicos que puedan afectar la salud
de los consumidores. El 30’ % restante
se llevan al puerto de El chaco, en Pisco, para ser consumidas por el publico
local (el plato estrella son las conchas a la parmesana o a la chalaca)
Reportaje/La
republica
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