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Llegar a su casa significaba
Remojar mismos labios resecos
Pronunciar ¡dios mío, ay!
Lanzar suspiros al sumidero
redonda su cara curtida
tapar
Con su par de manos amplias, ay
Trozando en partecitas su alma
y como suele verse el retrato
de Vallejo* sentado en un jardín
pronunciar ¡ dios mío, ay!
¡Qué vida me lega para cambiar!
Y por cambiar solía ir al complejo
por las noches para llamar a Flor
No tenía aun teléfono en la casa**
Y lento caminando articulaba
Dolidamente ¡ dios mío, ay!
Notaba un bello arco iris lejos
Pero de cerca no lo ubicaba;
Así esplendorosa en sus sueños,
pero, teniéndola, algo pasaba
Era amplio el complejo deportivo
Ocupaba casi cuatro manzanas
Telmo por sus veredas exteriores
Footing de madrugada hacía
Iba con Ítalo vecino del barrio;
El resto del día niñas y niños
divertían en sus instalaciones
Y de noche, de nuevo el silencio
donde se abría a mitad el alma
en la puerta desde una cabina
__
*foto del vate César Vallejo en el parque de Versalles
**en los años 70 era difícil tener un teléfono en casa, había que
traspasar de otro empadronado a la CPT (Compañía Peruana de Teléfonos) por la
cual la transacción equivalía a mil dólares por lo menos.
Autor jrosual / julio2017
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