lunes, 14 de agosto de 2017

FEA : La muchacha bonita de los domingos

LA FLACA DIENTE DE MAÍZ

No es que la culpa lo tuviera Flor
Y por ello ¡vaya! haya desarreglado
Solamente tenía un amor alterno
Y venía desde antes tal debilidad

Una era la vecina de su barrio
La que vivía en el segundo piso
de un inmueble de cuatro pisos
Cada piso de cinco o seis familias,

con sus respetivos corredores
qué, en el caso de esta lindante
siempre solía mañana y tarde
regar su tiesto de rosas rojas

Como si fuera dedicado a ellas
como si tal faena, ineludible,
Nuevo amante podía augurarle
y  lo pedía sus chillas apeteces

A pesar, una hoya los separaba
-área de jardín y losa amplia-
A extremos de la herradura
veía su sonrisa  amplia y atenta

Tal que cuando Tel desperezaba
Después de tanto escribir o leer
Con la rosa creía verla conversar
solícita obsequiosa  acomedida

Le agitaba la mano como saludo
Y ella al comienzo ni chasquido
Pero reía luego cuando Telmo
hacía pantomima de payaso

Luego de días de gesta traza
Tel, insolente exigió le visitara
Y el pudor de ella, no, rezongaba
Pero estaba visto que lo deseaba

Con el pulgar hacia atrás señalaba
Que descansaba dentro del cuarto
¡Su marido! – recién Tel había notado,
¡Qué importa!, tenía la hormona viva

La flaquita del rosal era persona
Que en un tiesto-rosal cabía su vida
A la distancia así Telmo opinaba
Era cuestión de tiempo, auguraba

Así fue pasando varias semanas
A mensajería de manos y humo
Estaba él cargado a zumo pleno
Ella solaz, regaba sus rosas rojas

Un día contraía nupcias otra vecina
quién había loado platónicamente
Y nunca atrevió  siquiera sugerirle
¿por qué la diferencia? peguntaba

Tan audaz con unas y no con otras
A la flaca forzaba imperiosa aventura
Y la otra había floresta inexplorada
¿A qué debía si ambas eran comunes?

Ya había empezado la ceremonia
Tronaba en la vecindad a timbales
Seguro, ellos, ansiosos estar solos
y hacer la primera noche melosa

Pues exigió a la flaquita del rosal
que accedió a espesa insistencia
Preguntó si había moros en la costa
Y Tel: No había nadie excepto él

Todo a señales: Después de las seis
-Advertía- su marido aun dormía
-Panadero que de noche laboraba
Solía irse un poco antes de las seis-

Llegó a su cuarto por las escaleras;
Presto la inclinó de frente a la cama
El sí duró menos de lo que duraba
En quitarse sus ballerinas negras

Se perdía él en un hoyo de besos
ya que la boca de ella era grande
y sus dientes le eran triangulares
cuando reía veía pleno sus encías

Tocaba revolotear los sentidos
Plasmar las señales de humo
Solo en joder consistía el mundo
El resto le era puras invenciones

Amor físico, sin futuro, sin apuro
Quería matar el dolor de su alma
Imaginando a recién desposada,
expiaba con el dar a otro cuerpo

La imaginaba en sus brazos ávidos
delicada yerba virgen enraizada
-Lamentaba tras la nuca de la flaca-
¿Por qué no la tuvo, igual, a quejidos?

En casa de la vecina bailaban el vals
En la suya los chasquido del somier 
Preguntaba ¿por qué la diferencia?
Por qué no la hubo amado también

Trato absoluto,  directo al punto
Sin restricción sin media tinta 
Lo que pide la santa naturaleza:
Amor de burdel o amor pasajero

La flaquita del rosal de boca grande
También tenía el cuello de gansa
pelo crespo como enorme rizoma
ello debió quebrar más de un peine

De labios delgados y  estirados
Quería que nunca abriera la boca
Por no ver sus dientes enormes
Aun así se hicieron más ofrendas

Y eso se repetía a cada semana
Cuando de asueto tenía la casa,
Los jueves, a su entera disposición
Antes de las siete luego de las seis

Por no verla, su barbilla a la nuca
Y le rasgaba el alma en partes
Hasta cuando el acto terminaba
Y rápido quedarse solo exigía 

La flaquita del rosal de boca grande
que tenía el cuello de gansa
iba después a vecina panadería
A comprar algo para su lonche

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Autor jrosual / julio2017

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