EL
HOMBRE QUE NO SE DECIDÍA
1
Domingo despertado a ropa de invierno
Calles
ventosas al transeúnte envolviendo;
más,
montones de hojarasca por el suelo,
Mientras,
salía por panes frunció Telmo:
Otra
vez domingo otra vez lo mismo
Apuraba
el desayuno cuando llegó un tío
a
vender unos muebles para el comedor
Vozarrón,
así su voz hubiese querido tener
Su
señora madre, por tal, quería su consejo
Pero
dijo Telmo no podía, iba a salir
Llámala por teléfono, no puedes, dile
Sugirió
sin saber qué guardaba su hijo
Lo siento madre no puedo, discúlpeme
Voy a mi cuarto cuanto antes alistarme;
A La cueva,
su vivaz hermano agregó
Acicalando
cambiando se fastidiaba
¿Por
qué siempre los mismos preludios?
Y La
Voz decía: ¡Por tu misma culpa!
¿A cenar por qué no la traes a tu casa?
Sería diferente, nada fía tus discursos
Creo que terminaré de una vez esto
Yo mismo tomaré la ardiente daga
Y con otra mano descubriré mi pecho
Plantar cicatrices que me hiera hondo
Y aguantaré hasta que me desvanezca
Revisó
el contenido de su cartera
Te falta la daga quiso decir La Voz
pero
le deslizó la foto de la amada
La
levanto miró y dijo: decidme Voz
¿Por qué tenía que amar a una Eva?
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Autor jrosual / julio2017
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