jueves, 2 de febrero de 2017

SAN VICENTE DE PAÚL 25


El autor, tercera fila derecha, sor Antonieta a la izquierda, la hermana María, atrás, arrodillada, de negro.
















Cuando llegó el día para la comunión
A magna eucaristía en nuestra iglesia
Adelante nos  -en  los primeros bancos -
Las miradas todas  caían en nosotros

Azucenas blancas fronda paniculata
rosa blonda atada con su mecate
-Velones blancos- espiga de trigo
Olor a lirios  blancos crisantemos

Tanto la iglesia como la egregia aula
-al regresar-  vimos bella y hermosa

No pasábamos de quince comulgados
Todos quedamos  harto asombrados

Parecía la mesa de un césar romano
-manjares diversos:- tortas heladas
Gelatina en campotera de vidrio, dulces
Alcores de higos uvas y melocotones

La auxiliar María hacía de nomenclátor
Nos indicaba donde debíamos sentarnos

Consistía la fércula a servir en varios platos
Rodajas jugosas de pavo lechón y jamón

Las hermanas de la caridad nos gratificaba
Recibir en nuestro corazón  al niño Dios
por el sopor octavario de preparación
premio a varios días anteriores de ayuno

Por ratos salíamos a la losa a jugar
y regresábamos por más bocaditos
Hacíamos lo que queríamos ¡Maravilloso!
La sor y  la María no nos decían nada

Luego entraron las personas mayores
Mientras  apurábamos el chocolate
Ellos brindaban el buen vino moscato
Y así pasó ese día de grato recuerdo

Que, luego, en otros colegios públicos
no miré igual espíritu a tal celebración
Hasta  me pareció no haberlo vivido
que fue producto más de raro sueño.

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