martes, 22 de noviembre de 2016

Saliendo de la hoyada

De Poemario La virgen del Rosario

Saliendo de la hoyada

Cuando el minivan llegó a la esquina de la hoyada
Al pueblo de Cochas, último mirador de la hondonada
Por el terruño en silencio se esparce una lágrima
Tras unas curvas más ya no se verá la verde cuenca

Ni los andenes verde olivos de los antepechos
Ni los árboles del camino dando sombra al arriero
Ni la barba blanca del agua en la rajada del relieve
Ni los miradores en los cantos de los pueblos
Ni los espigados campanarios de sus iglesias
Ni la hierba forrajera, ni los montículos de segancho
Ni la quema de pajas difuminando humareda
Ni las cruces grandes en lo alto de los cerros

Ni el cerro blanco –minero- de Yauyurco:
Sobre el pueblito extremo de Malleuran
(Cuentan sus poblanos en luna llena  jagua
Un robusto toro desparramando oro y plata)

Ni la pampa de Urcos útil para concentraciones
-Aunque ella se visualizará de vez en cuando
Ante  modulaciones y recodos de la carretera,
Será lo último, por fin, nos recuerde el consuelo -

Tampoco se verá el pueblo de Huañec acoger
Los últimos rayos del sol mientras abajo umbría

Así como va mi salud -dirá mi compañero de asiento
Que le noto sumergido en pensamiento silencioso-
Tal vez no vuelva más a la tierra que le vio nacer

Mi colega que sumergido le veo en su cavilar:

Y no vuelva, las dos canaletas de la plaza, a ver
A metro y medio sobre el lado que sube a Macaya (1)
Nulas, porque fueron hace tiempo cercenadas
Incluso, cuando era niño ya estaban  mochadas
Y cuando seguramente Aniceto preguntó a su padre,
le dijo éste que así lo halló también

-Se arguye, evidentemente, por ahí, fluía el agua potable
que abastecía a los primero nativos de Huañec (2)-

No verá los ornamentos de su iglesia donde rezó
Ni los pajonales cerca al pueblo donde, en tardes
De regreso, con una del lugar, le nacía el  amor

¿En que piensa amigo Aniceto?, le despercudo
Entonces sus labios delgados en su emboque grande
Forman la sinuosidad de una sonrisa
Pero como no me quiere confesar su interior
Calla un segundo, se acuerda de algo y por fin dice:

Te cuento un caso curioso, Danfer, mi amigo
Para  evitar pensar esta pendiente abismal que se viene:

Huañec organizó un tour de la tercera edad
(Como suelen hacer los distritos de Lima)
A este pueblo de Cochas a fin de relacionar
Manejé  una couster el año pasado, y llegamos,
Tanto  fue el desgano de los pares respectivos
Que nadie se acercó a la plaza darnos la bienvenida

De un rato, apareció un cristiano y preguntamos
¿Qué, de los ancianos de Cochas? ¿Dónde paran?
Respondió, zumbón: todos en el cementerio yacen

*

Con la confianza que me ha ganado
como si me conociera muchos años
Replano: Ya que de la tercera hablamos
Yo más cerca, usted  a varios años luz
En la plaza de Huañec pasé un bochorno:
Sin ambages me decían estaba viejo y acabado

¡Cierto!, no me pinto las canas
Ni tuve tiempo alinear las guías
(En último minuto decidí viajar
cuando mi cuñado desistió venir)

Terco yo, no me tiño ni voy al rapabarbas
Por una promesa que me hice a mi mismo
No hacerlo, hasta que obre mi vida un cambio,
¡cambio radical que me cambie completo! Entonces
teñiré mi pelo, depilaré mis bigotes blanquinegros
Pero aquél mudar de aires  ¡ay! no me llega
Y no me preguntes que este viaje lo era,
No, así me fuera a la torre Eiffel o al canal de Venecia
No, quiero ahorcar los hábitos del abatimiento
Cambiar la casaca por otra nueva
Y no me digas  que mi casaca te gusta
No, quiero en pocas palabras ser otro hombre

(Cheto quiso dar su opinión al respecto
Pero le atajé continuando la conversación)

Te cuento En el corro de plaza, no vi un conocido
¡Que iba haber sin un montón de años no vengo!
Por no pasar de apocado ó sujeto solitario
Y estar propenso que me allanen una chapa

(El mote en Huañec pesa más al nombre de pila
Si ¡fíjate! al flamante alcalde le apodan Gato seco)

Me presento y les digo Soy hijo de fulano de tal;
Me dicen, arteramente: Debe ser de su soltería
Teníamos entendido que tu padre, que de dios goce,
Tenía solo tres hijos A usted recién lo conocemos

No me cayó bien esta respuesta y casi exploto
Respondí: ¡De padre y madre somos todos mis hermanos!
Resistiéndome a no protestar a palabra subida;

Otro, discreto, pidiendo mi consentir preguntaba:
¿Usted tiene correa ancha, no? ¿Le puedo decir algo?
¡Pero usted más que su hijo parece su hermano!

...


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