viernes, 4 de diciembre de 2015

Resucita



La vieja pateó el ataúd.
La gente que asistía al velorio de doña Robustiana, comía arroz con pollo que ofrecía los deudos, casi se atragantaron del susto.
La vieja volvió a patear el féretro.
Muchos dejaron los platos  sobre la silla y volaron de esa casa empavorecidos.

Pero algunos valientes se quedaron y se atrevieron abrir la cajuela

Doña Robustiana se sentó sobre sus posaderas y vio los aderezos de un funeral y en la puerta unos curiosos que no salían de su asombro, gritó:
¡Fuera de mi casa!
Y a su marido que estaba embobado en un rincón, amenazó:

¡A ti te voy a enterrara en este cajón!

Hora mas tarde, ya más tranquila, con los visitantes desaforados y solo con su familia, doña Robustiana reveló:

- Un ángel se me acercó y me dijo, tú no, todavía, regresa a tu cuerpo.

Pasaron los meses y, efectivamente doña Robustiana enterró a su marido en el mismo cajón.

Sucedió en Junín, centro del país


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