Al ciego le habían regalado un hermoso racimo de uvas y quiso
compartirlo conmigo. Como pensaba que yo iba a engañarle y comer más de la
cuenta, dijo:
-Lázaro, tienes que prometer que cogerás solo una uva cada vez. Yo haré
lo mismo y así lo dos comeremos la misma cantidad.
Yo así lo prometí. Pero. Al poco
rato, vi que el astuto ciego comenzó a coger las uvas de dos en dos; y
yo, para no ser menos, empecé a tomarlas de tres en tres. Cuando terminamos el
racimo, dijo el ciego:
-Lázaro, me has engañado. Has estado cogiendo las uvas de tres en tres.
Como yo lo negara, añadió:
-¿Sabes en que lo he notado? En que yo las tomaba de dos en dos y tú
callabas.
(Adaptación del Lazarillo de Tormes)
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