Pienso entonces en Julián, el personaje de Ricardo Darín en el
recientemente estrenado Truman, al ser informado de que no
ha habido progreso en el tratamiento médico que viene recibiendo para frenar el
cáncer pulmonar que le detectaron un año atrás. Julián decide dejar la
quimioterapia y vivir dignamente sus últimos meses lejos del hospital. Entonces
se olvida de los medicamentos, come y bebe lo que se le antoja, baila en los
bares de Madrid, fuma porros sin culpa y viaja a Ámsterdam a visitar s su hijo,
que ignora la gravedad de su estado.
La historia se torna más critica o polémica cuando –después de una
noche en que se orina en los pantalones por un incontinencia colateral al cáncer
-Julián informa a Tomás, su mejo amigo, y a Paula, su prima, que adelantará su
muerte tomando pastillas.
Si Truman se ocupa de algo, es de eso. Las contadas posibilidades que tienen
los desahuciados, ya no de postergar la muerte anunciada, pero al menos de distraerla.
Renato Cisneros
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