La putita del trocadero le dijo:
- No, tu me revientas
y la perendeca trató cerrar la puerta
que solía mantener entreabierta
al corredor de luz opaca
donde los clientes deambulan
de izquierda a derecha y viceversa.
No pudo cerrar porque el gordo
- más de ciento treinta kilos-
puso la pierna al bastidor.
La putita semidesnuda, estrecha cintura
caderas amplias se disponía a gritar
para que acudieran guardianes del lupanar
cuando su carita de mesalina
se topó con la mirada suplicante del obeso
- No me rechaces tu también -rogó-
Voy casi dos horas y nadie quiere follar conmigo
No me rechaces tu también
- Es que estas muy gordo!- respondió la mujer
- Por favor -le dijo- te voy a pagar bien
La mujer le miró la cara compungida
casi dispuesto a llorar y se compadeció,
además, era día particular y estaba bajo
y el dinero necesitaba Le dijo:
- Bueno, pasa pues, pero te portas bien ¡eh!
y te tiras abajo ¿okey?
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