No podía escribir cuando ellos no dormían, cuando hacían vigilia
Cruzaban los pocos cuartos de la casa vieja en franca algazara
La puerta cerrada de mi cuarto, obstinados, seguían tocando
Les abría, sus caritas infantiles dibujaban tartamudeando
en dar explicaciones , echarse la culpa- riéndose- quién había tocado,
luego, dirimían sus disputas consultándome quién tenía la razón
Les hacia entrar
Me recogía en mi sillón y les allanaba a cada uno en cada rodilla
Les explicaba con cariño que ninguno estaba equivocado
y trataba ser salomónico con sus alegatos
Me abrían el corazón en miguitas de ternura
y con la felicidad prodigada a mi ser se iban,
feliz quedaba, pero ya no podía escribir
y mis preocupaciones las dejaba para otro día.
Hoy, estan grandes, no se me avienen
y yo los extraño, niños, en la casa vieja.
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